
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




La reciente reunión entre Donald Trump y Volodímir Zelensky ha encendido una nueva llama de incertidumbre en Europa, particularmente en lo que respecta a la defensa del continente ante la amenaza rusa. La falta de acuerdo en torno al conflicto entre Rusia y Ucrania deja a las naciones europeas ante la posibilidad de una reducción o incluso la suspensión del apoyo militar estadounidense. Este escenario ha impulsado a varios países europeos a reevaluar sus estrategias defensivas y a prepararse para un futuro incierto.
Un informe conjunto del think tank Bruegel y el Instituto de Kiel resalta que la agresión rusa en Europa no solo es probable, sino "concebible". Este análisis, fundamentado en declaraciones de la OTAN, sugiere que Moscú podría estar listo para lanzar un ataque en un plazo que oscila entre tres y diez años. La advertencia se convierte en un llamado urgente para que Europa considere un incremento en sus capacidades militares.
En la actualidad, Estados Unidos mantiene desplegados más de 80,000 soldados en Europa; una cifra que podría triplicarse en caso de un conflicto abierto. A pesar de que Marco Rubio, el nuevo secretario de Estado de EE.UU., ha minimizado las especulaciones sobre una posible retirada de tropas, la presión para que Europa asuma una mayor responsabilidad en su propia defensa no ha cesado. Esto ha abierto un debate sobre cuántos soldados y recursos serían necesarios para que el continente pueda defenderse de manera efectiva sin la asistencia directa de Washington.
El análisis del informe revela que los ejércitos europeos, que cuentan con una fuerza combinada de aproximadamente 1.5 millones de efectivos, podrían no ser suficientes ante una agresión rusa sin el respaldo estadounidense. Para estar a la altura de un conflicto, Europa necesitaría desplegar al menos 300,000 soldados adicionales, lo que equivale a unas 50 brigadas, para compensar la posible ausencia de fuerzas estadounidenses.
Para disuadir una ofensiva rusa en el Báltico, el informe sugiere que se requerirían 1,400 carros de combate, 2,000 vehículos de combate de infantería, 700 piezas de artillería y un millón de proyectiles de 155 mm, solo para los primeros tres meses de un conflicto de alta intensidad. Estas cifras ponen de relieve la magnitud del desafío al que se enfrentaría Europa si decidiera actuar de manera independiente.
Los países europeos, liderados por naciones como Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido, tendrían que adoptar una postura unificada y coordinada para incrementar su capacidad militar. Sin embargo, de acuerdo con el informe Bruegel-Kiel, la capacidad militar actual de estos países no es suficiente para cumplir con los requerimientos necesarios para una defensa efectiva.
Además, la producción de drones y municiones es otro aspecto crítico que necesita atención. Para igualar el arsenal ruso, Europa debería aumentar su producción de drones hasta alcanzar 2,000 municiones de largo alcance anuales. La falta de infraestructura y capacidad de producción en este ámbito representa un obstáculo adicional que las naciones europeas deberán superar.
Burilkov, uno de los autores del informe, enfatiza que en los últimos dos años, Rusia ha movilizado su economía y sociedad hacia un estado de guerra, aprovechando las estructuras y equipos heredados de la era soviética. Este proceso ha fortalecido significativamente la capacidad militar rusa y subraya la urgencia de que Europa reaccione y se prepare para un posible conflicto.
El desafío es monumental, y aunque Europa cuenta con una base sólida de recursos humanos, la falta de cohesión en términos de estrategia militar y logística podría poner en riesgo su seguridad. La necesidad de establecer un comando unificado y de invertir en infraestructura militar se convierte en una prioridad esencial de cara al futuro.
Así, la reunión entre Trump y Zelensky no solo ha resaltado la fragilidad del apoyo estadounidense, sino que también ha servido como un catalizador para que Europa contemple su autonomía defensiva. Si bien los tiempos difíciles pueden estar por delante, la oportunidad de forjar una Europa más fuerte y autónoma en cuestiones de defensa podría resultar vital para la seguridad del continente en los años venideros.
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