Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La desinformación ha encontrado un terreno fértil en las comunidades latinas de Estados Unidos, donde las barreras del idioma y el uso masivo de plataformas como WhatsApp crean un ecosistema propicio para la propagación de noticias falsas. En un contexto político cada vez más polarizado, esta vulnerabilidad se manifiesta de manera alarmante, ilustrada por las recientes afirmaciones incorrectas de figuras prominentes como el candidato republicano a la vicepresidencia, J.D. Vance, quien afirmó que el número de migrantes indocumentados en el país oscila entre 20 y 25 millones, una cifra que dista considerablemente de las estimaciones más realistas de entre 11 y 16 millones. Asimismo, el demócrata Tim Walz hizo declaraciones sobre un supuesto registro de embarazos que Donald Trump implementaría si regresara a la presidencia, lo que también se ha demostrado como falso. Este tipo de desinformación, respaldada por el afán de los políticos de ganar votos, plantea un grave riesgo para una comunidad que representa más de 36 millones de votantes. La escasez de información veraz en español y el predominio de las redes sociales como fuente de noticias agravan el problema. Miriam Valverde, editora adjunta de PolitiFact, subraya la urgencia de proporcionar información correcta a la comunidad latina: “Sentimos la responsabilidad de enseñarles lo que es falso o engañoso y darles la información correcta para que puedan votar”. PolitiFact ha calificado más de 25,000 afirmaciones desde su fundación en 2007, utilizando datos de expertos y estudios para verificar la veracidad de las declaraciones de figuras políticas. El creciente uso de WhatsApp entre los latinos complica aún más la situación, ya que permite la difusión de información sin la posibilidad de un control efectivo. “Es como un circuito cerrado y si se comparte la noticia sin verificar puede ser muy dañino”, sostiene Valverde, haciendo hincapié en que la comunicación entre familiares y amigos en países de origen se realiza a menudo a través de esta plataforma, lo que a su vez facilita la circulación de desinformación. El impacto de la desinformación no se limita a las afirmaciones de los políticos, sino que también se extiende a las redes sociales donde cualquier persona puede difundir contenido sin filtros. Por ejemplo, un falso video en TikTok que alegaba que la campaña de Kamala Harris estaba pagando a personas para que asistieran a sus eventos fue rápidamente desmontado por PolitiFact. Esta falta de regulación en las plataformas digitales alimenta el ciclo de desinformación. Además, la tendencia de los latinos a consumir contenido político en redes sociales aumenta su exposición a información engañosa. La polarización política, sumada a la estigmatización del Partido Demócrata como “socialista” o “comunista” por parte de los republicanos, también juega un papel significativo en la propagación de desinformación, sobre todo entre quienes han huido de regímenes represivos en sus países de origen. Rafael Olavarría, un verificador de datos especializado en política, es consciente de esta problemática y utiliza su creatividad en plataformas como TikTok para desmentir afirmaciones falsas, como la que aseguraba que Kamala Harris tenía vínculos con el comunismo. “La tendencia de que se crean la desinformación es mayor cuanto más contenido político consuman por las redes y cuanto más polarizados estén”, explica. El riesgo de desinformación se vuelve aún más crítico cuando se trata de temas migratorios. La proliferación de “notarios” y abogados fraudulentos que intentan aprovecharse de la falta de información veraz sobre derechos migratorios es una realidad alarmante. Además, afirmaciones erróneas, como que Harris fue nombrada “la zar de la frontera”, son ejemplos de cómo la desinformación puede tener implicaciones serias para la vida de las personas. Una vez que la información engañosa se difunde, revertir sus efectos se convierte en una tarea titánica. Los verificadores de datos enfrentan un reto constante, actuando a menudo “tres pasos más atrás que la desinformación”, como dice Olavarría. El tiempo que toma investigar y desmentir la información errónea puede ser un lujo que la comunidad no se puede permitir. Para combatir esta situación, los expertos recomiendan que los usuarios de redes sociales verifiquen la información antes de compartirla. Algunos signos de alerta incluyen publicaciones que provocan sorpresa o ira, lo que podría indicar desinformación. “Antes de compartir, que se pregunten de dónde vino y cuál era su intención”, aconseja Valverde. Solo a través de un enfoque crítico y educado hacia la información se podrá mitigar el daño que la desinformación causa en la comunidad latina y, en última instancia, en el proceso democrático de Estados Unidos.