Crisis laboral en EE. UU.: redadas migratorias amenazan la agricultura y economía

Crisis laboral en EE. UU.: redadas migratorias amenazan la agricultura y economía

La gran operación de Donald Trump para deportar a las personas sin permiso empieza a afectar a sectores como la construcción y la agricultura

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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La economía estadounidense está viviendo una etapa crítica marcada por el temor y la incertidumbre, especialmente en sectores que dependen en gran medida de la mano de obra inmigrante. Las recientes redadas de inmigración han dejado un impacto palpable, transformando distritos completos y provocando una falta alarmante de trabajadores en industrias clave como la agricultura y la construcción. En lugares como el distrito textil de Los Ángeles, los productores lecheros de Texas y los agricultores de Idaho, el eco de estas acciones se siente con fuerza.


Los trabajadores indocumentados constituyen alrededor del 5% de la fuerza laboral en Estados Unidos, con una concentración notable en sectores donde ya se enfrenta a una escasez crónica de mano de obra. La realidad es que, a medida que el presidente Donald Trump intensifica sus esfuerzos de deportación, muchos empleadores se encuentran en una encrucijada: deben decidir cómo continuar sus operaciones sin el personal que ha sido crucial para su éxito. En el caso del vicealcalde de Ventura, Doug Halter, la situación es tan extrema que ha observado una notable disminución de latinos en zonas donde antes eran la norma.


La situación se agrava cuando se considera que un 40% de la mano de obra en las granjas de Estados Unidos es indocumentada. La falta de claridad en la política migratoria de la Administración Trump ha dejado a muchos agricultores y trabajadores en una situación precaria. Aunque hubo un momento en que se sugirió que las redadas evitaran ciertos sectores como la agricultura y la industria alimentaria, esa postura cambió, generando un clima de miedo y confusión que ha llevado a muchos a abstenerse de presentarse a trabajar.


La existencia de un "ejército" de trabajadores migrantes es esencial para el funcionamiento de la industria agrícola estadounidense. Shay Myers, director de Owyhee Produce en Idaho, es un claro ejemplo de esta dependencia. Cada año, su granja necesita alrededor de 90 trabajadores para cosechar sus cultivos, pero la dificultad para obtener mano de obra ha llevado a la renuncia de ciertos cultivos. Myers afirma con rotundidad que este país no podrá alimentarse sin la mano de obra que representan estos trabajadores.


La administración de Trump ha buscado equilibrar sus políticas represivas con las necesidades de la industria agrícola, intentando encontrar un camino que no destruya sectores enteros de la economía. A pesar de las promesas de una deportación masiva, se han planteado propuestas para permitir que los agricultores asuman la responsabilidad de los trabajadores que contratan, aunque este enfoque aún se encuentra en un estado incierto. La presión de los manifestantes y la oposición a las tácticas de deportación son cada vez más evidentes, lo que podría influir en futuras decisiones políticas.


En el sector lechero de Texas, por ejemplo, el Comisionado de Agricultura Sid Miller destaca que la represión migratoria ha provocado que incluso los trabajadores legalmente autorizados eviten acudir a sus empleos por miedo. La urgencia de ordeñar a las vacas cada pocas horas se convierte en un símbolo de la crisis laboral, donde la falta de trabajadores podría tener consecuencias devastadoras para la producción de alimentos.


Mientras tanto, las redadas continúan y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha intensificado sus esfuerzos, llevando a cabo un promedio de 1,600 detenciones diarias. Esto contrasta dramáticamente con los promedios de años anteriores, lo que ha dejado a muchos en la comunidad inmigrante en un estado de ansiedad constante. Los resultados son visibles: la asistencia de empleados en ciertas áreas ha disminuido drásticamente, reflejando el temor que se ha apoderado de las poblaciones afectadas.


El trabajo agrícola en EE. UU. está en un punto crítico, y la relación entre la política migratoria y la economía es más evidente que nunca. La industria necesita la mano de obra que actualmente está siendo atacada por las redadas, y muchos en el sector están abogando por un camino hacia la legalización para aquellos que cumplen con la ley. Sin embargo, el camino hacia una reforma migratoria que aborde estas preocupaciones se presenta complicado y lleno de obstáculos políticos.


La voz de los trabajadores agrícolas también es fundamental en esta discusión. Muchos de ellos, como Carolina, una trabajadora con un permiso de trabajo válido, expresan su deseo de contribuir a la sociedad sin ser tratados como delincuentes. Su testimonio resalta la humanidad detrás de las estadísticas, recordando que estos son individuos que buscan oportunidades y estabilidad, no caos ni conflicto.


A medida que se desarrollan los acontecimientos, los sectores afectados continúan adaptándose, pero el futuro sigue siendo incierto. La intersección entre la economía, la inmigración y la política será un tema de creciente importancia en el discurso público, mientras las comunidades luchan por encontrar un equilibrio entre la seguridad y la necesidad laboral. La pregunta que persiste es cómo podrá Estados Unidos avanzar en este dilema, sin sacrificar a aquellos que son fundamentales para su prosperidad agrícola y económica.

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