
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha emitido un fuerte mensaje de advertencia a la administración de Donald Trump en una reciente entrevista, en la que subrayó que Brasil no aceptará ser menospreciado en el ámbito comercial. A raíz de la amenaza de Trump de imponer aranceles del 50% a las exportaciones brasileñas a partir del 1 de agosto, Lula ha dejado en claro que su gobierno está preparado para responder con medidas de reciprocidad. “Si nos cobra el 50%, le cobraremos el 50%”, aseguró.
Lula, conocido por su estilo de negociación basado en el diálogo y la búsqueda de soluciones pacíficas, ha delineado diversas opciones que Brasil podría considerar en respuesta a esta situación. Entre ellas, ha mencionado la posibilidad de acudir a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la apertura de investigaciones internacionales para exigir explicaciones a la Casa Blanca. Sin embargo, enfatizó la necesidad de demostrar que Brasil merece respeto en el escenario internacional, un principio que ha guiado su política exterior.
El mandatario brasileño no ha dudado en criticar a su predecesor, Jair Bolsonaro, a quien atribuye parte de la responsabilidad por el conflicto actual. Lula ha enfatizado que Bolsonaro debería asumir su papel en el asunto, dado que su hijo, Eduardo Bolsonaro, viajó a Estados Unidos con la intención de influir sobre Trump. Este contexto añade una capa de complejidad, ya que el proceso judicial contra Bolsonaro por presuntos actos de golpismo también se entrelaza con las decisiones comerciales de la administración estadounidense.
Trump ha dejado claro que su intención de castigar a Brasil también responde a lo que considera una “caza de brujas” contra su aliado Bolsonaro, lo que ha llevado a Lula a reflexionar sobre la forma en que ambas naciones han manejado crisis similares. En su análisis, ha indicado que si eventos como los ocurridos en el Capitolio de Estados Unidos hubieran sucedido en Brasil, las consecuencias para los responsables habrían sido mucho más severas.
El gobierno brasileño está evaluando opciones y estrategias ante el inminente plazo fijado por Trump. Con un claro objetivo de diálogo, el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, ha reafirmado la disposición de Brasil para buscar una solución conjunta con Washington. Sin embargo, la clave radica en la voluntad de la Casa Blanca para retomar las negociaciones, que hasta este momento han estado marcadas por la tensión.
La ministra de Relaciones Institucionales, Gleisi Hoffmann, ha calificado el plan de Trump como “el mayor ataque contra Brasil en tiempos de paz”, lo que refleja la gravedad con la que el gobierno brasileño está tomando la situación. En este sentido, la coordinación de la respuesta gubernamental ha recaído en el vicepresidente y ministro de Industria y Comercio, Geraldo Alckmin, quien ha estado liderando una serie de reuniones para discutir las posibles acciones a tomar.
Por su parte, fuentes de la presidencia brasileña han expresado que el gravamen del 50% es una “maniobra orquestada por la extrema derecha brasileña” con la intención de utilizar a un país extranjero como arma contra el pueblo brasileño. Esta percepción de injerencia externa en el ámbito político interno resuena fuertemente en un contexto electoral que se aproxima.
Mientras tanto, Jair Bolsonaro, aunque inhabilitado, ha salido de su retiro temporal y ha sido visto en un restaurante, lo que ha generado repercusiones en el debate público. Los comentarios de la prensa indican que, si se implementan los aranceles, las perspectivas electorales del bolsonarismo podrían verse seriamente afectadas, situación que añade presión a la oposición.
Además, Lula ha recordado las cifras del comercio entre Brasil y Estados Unidos para contrarrestar los argumentos de Trump, que sostiene que existe un déficit comercial. El presidente brasileño ha puntualizado que, de hecho, Brasil ha acumulado un déficit significativo con Estados Unidos durante los últimos años, lo que cuestiona la lógica detrás de la amenaza arancelaria.
En este contexto de tensión, la relación entre Brasil y Estados Unidos, históricamente marcada por la cooperación, se enfrenta a un desafío sin precedentes. Con un trasfondo de rivalidades políticas internas y el espectro de las elecciones de 2026 asomándose en el horizonte, el desenlace de esta situación podría tener repercusiones significativas en la política y economía de ambas naciones, así como en la dinámica de poder en la región.
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