Tensión en Bolivia: Marcha de Evo Morales desafía a Luis Arce y polariza al MAS

Tensión en Bolivia: Marcha de Evo Morales desafía a Luis Arce y polariza al MAS

Evo Morales lidera una marcha de 189 kilómetros hacia La Paz contra su antiguo aliado, el presidente Luis Arce. ¿Se está gestando un golpe de Estado en Bolivia como alerta el Gobierno? ¿Qué tienen que ver las elecciones presidenciales del 2025 con esta manifestación? En esta nota te lo contamos

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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Política 21.09.2024

La tensión política en Bolivia ha alcanzado nuevos niveles con la reciente marcha convocada por el expresidente Evo Morales, que ha tomado la delantera en un claro desafío al actual presidente Luis Arce. Esta movilización, que comenzó en Oruro y tiene como destino La Paz, se titula “Marcha para salvar a Bolivia” y se extiende a lo largo de siete días, en un contexto donde las divisiones dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS) se hacen más evidentes.


Evo Morales, quien gobernó el país durante más de 13 años, ha sido un pilar fundamental de la política boliviana, pero las tensiones entre él y Arce han crecido desde que este último asumió la presidencia en noviembre de 2020. Morales, que intenta recuperar su influencia política, ha manifestado que la marcha busca demandar la defensa del proceso de cambio y la unidad del MAS. Sin embargo, el presidente Arce ha interpretado esta movilización como un intento de golpe de Estado, sugiriendo que Morales busca desestabilizar su gobierno en un momento crucial para el país.


La cita electoral de agosto de 2025 está en el horizonte, y ambos líderes tienen sus ojos puestos en la candidatura del MAS. Arce y Morales representan dos facciones distintas dentro de este movimiento: los “evistas”, más alineados con la figura histórica de Morales, y los “arcistas”, que apoyan la gestión actual del presidente. Esta lucha interna no solo refleja una competencia por el poder, sino también una batalla por el futuro ideológico del MAS en un país donde la polarización política ha crecido considerablemente.


El conflicto se ha intensificado en las últimas semanas, con acusaciones mutuas y un creciente clima de desconfianza. Morales ha denunciado que el gobierno de Arce está traicionando los principios del MAS y que su marcha es una forma de reivindicar los valores que, según él, han sido olvidados. Por otro lado, Arce ha respondido que esta movilización no es más que un intento de deslegitimar su gobierno y que las acciones de Morales ponen en riesgo la estabilidad del país.


A medida que avanza la marcha, se han producido enfrentamientos verbales y tensiones en las redes sociales entre los seguidores de ambos líderes. La población, que ha vivido años de inestabilidad política y social, observa con preocupación cómo las diferencias ideológicas están llevando a una fractura más profunda en la política boliviana. Las voces moderadas dentro del MAS han instado a la reconciliación, enfatizando la necesidad de unidad para enfrentar los desafíos que enfrenta el país.


La comunidad internacional también ha puesto la mirada en esta situación. Observadores han expresado su preocupación por el rumbo que podrían tomar los acontecimientos, especialmente en un contexto donde las instituciones democráticas son esenciales para la estabilidad. La imagen de un país dividido podría enviar señales negativas en momentos en que Bolivia intenta recuperarse de la crisis política y económica que ha atravesado en años recientes.


Los analistas señalan que la marcha de Morales podría tener un impacto significativo en la estrategia electoral del MAS para las elecciones de 2025. Si logra galvanizar a sus seguidores y presentar una alternativa atractiva a Arce, podría redefinir el panorama político en el país. Sin embargo, también corre el riesgo de alienar a aquellos que apoyan al presidente y que consideran que debe prevalecer la continuidad y la paz social.


Así, la situación en Bolivia se presenta como un tablero de ajedrez donde cada movimiento cuenta. La marcha de Morales no solo desafía a Arce, sino que también pone en tela de juicio el futuro del MAS y la cohesión de un partido que ha sido fundamental en la política boliviana durante las últimas dos décadas. La pregunta sobre si se trata de un intento legítimo de reivindicación popular o de un golpe de Estado encubierto sigue siendo objeto de debate.


A medida que la marcha avanza hacia La Paz, la incertidumbre se cierne sobre el futuro político de Bolivia. La tensión entre Morales y Arce es un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta el país, donde la lucha por el poder y la identidad política se entrelazan en un momento crítico. La respuesta del gobierno y la reacción de la población serán determinantes en los días y semanas venideros, en un escenario donde el diálogo y la reconciliación podrían ser las claves para evitar un mayor agravamiento del conflicto.

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