Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La demencia vascular es una enfermedad que a menudo se encuentra en la sombra de la más conocida enfermedad de Alzheimer, pero que representa una preocupación creciente en el ámbito de la salud pública. Mientras que el Alzheimer es la forma más común de demencia, la demencia vascular es la segunda más frecuente y puede ser igualmente devastadora para quienes la padecen y sus familias. Esta afección está relacionada con problemas en el suministro de sangre al cerebro, lo que lleva a la muerte de las células cerebrales y a un deterioro cognitivo progresivo. El doctor Alejandro Andersson, neurólogo y director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), ha aclarado que la demencia vascular puede surgir a partir de accidentes cerebrovasculares, lo que la diferencia de otras formas de demencia, como el Alzheimer. "Este tipo de demencia resulta de una disminución del flujo sanguíneo al cerebro, causando daños significativos en las células nerviosas", explica Andersson, subrayando así la importancia de entender los factores de riesgo que pueden conducir a esta enfermedad. La Organización Mundial de la Salud estima que más de 55 millones de personas en el mundo padecen demencia, y cerca de diez millones de nuevos casos se detectan cada año. En este contexto, la demencia vascular ocupa un lugar crucial, ya que puede ser prevenible en muchos casos si se abordan adecuadamente los factores de riesgo vascular. Andersson señala que en Argentina, el problema de la demencia se vuelve más evidente cada año, especialmente en una población que está envejeciendo rápidamente. Los datos son alarmantes: se diagnostican alrededor de 77,000 nuevos casos de demencia cada año, con aproximadamente 15,000 de demencia vascular. Esto representa una preocupación creciente que merece atención en el diseño de políticas de salud pública y en la creación de concienciación social. Las causas de la demencia vascular son diversas, entre ellas se incluyen los accidentes cerebrovasculares, tanto grandes como pequeños, así como condiciones como la ateroesclerosis, la hipertensión arterial y la diabetes. Estas condiciones aumentan el riesgo de problemas vasculares que pueden llevar a un deterioro cognitivo significativo. En algunos casos, los síntomas pueden aparecer de manera repentina, como en el caso de un accidente cerebrovascular mayor, mientras que en otros pueden desarrollarse lentamente a lo largo del tiempo. Los síntomas de la demencia vascular pueden variar según la parte del cerebro afectada, y pueden incluir problemas de memoria, dificultades en la planificación y organización, cambios en la personalidad, y problemas en la marcha y la coordinación. Estos síntomas son particularmente preocupantes, ya que pueden dificultar la vida diaria de quienes los padecen, y a menudo se confunden con los de otras formas de demencia, como el Alzheimer. El diagnóstico adecuado de la demencia vascular es fundamental y se lleva a cabo a través de una exhaustiva evaluación médica que incluye la historia clínica del paciente, exámenes neurológicos y estudios de imagen. La diferenciación entre la demencia vascular y otras formas, como el Alzheimer, es crucial para proporcionar un tratamiento efectivo y dirigido. En cuanto a las opciones de tratamiento, Andersson indica que el enfoque se centra en controlar los factores de riesgo que pueden haber contribuido a la enfermedad. Esto puede incluir medicamentos para regular la presión arterial, el colesterol y otros factores, así como la implementación de estrategias de rehabilitación cognitiva y ejercicios físicos. La atención integral y multidisciplinaria es esencial para manejar esta afección de manera efectiva. La prevención de la demencia vascular es un aspecto que no puede ser ignorado. Según la Facultad de Medicina de Harvard, el control de enfermedades crónicas, dejar de fumar, limitar el consumo de alcohol y realizar actividad física regularmente son medidas fundamentales para reducir el riesgo. Mantener un estilo de vida saludable no solo beneficia la salud general, sino que puede ser una estrategia clave para prevenir el deterioro cognitivo. En resumen, la demencia vascular es un desafío creciente que requiere atención y comprensión. A medida que la población mundial envejece, es esencial que se implementen estrategias de prevención y detección temprana para enfrentar esta enfermedad y sus devastadoras consecuencias. La concienciación sobre esta afección puede contribuir significativamente a mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo.