Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La jornada electoral en Estados Unidos ha llegado, y con ella, una de las contiendas más electrizantes de la historia reciente del país. Este 5 de noviembre, los ciudadanos se disponen a votar en unas elecciones que no solo definirán quién ocupará la Casa Blanca durante los próximos cuatro años, sino que también reflejarán la profunda polarización política que caracteriza al electorado estadounidense. Con Kamala Harris, la actual vicepresidenta, y Donald Trump, el expresidente republicano, como principales contendientes, todos los ojos están puestos en los resultados que se irán conociendo a lo largo de la noche. Las encuestas, que mantienen en vilo a analistas y votantes por igual, sugieren que la contienda está extremadamente reñida. Según el promedio de encuestas publicado por el New York Times, Harris lidera levemente con un 49% de intención de voto a nivel nacional frente al 48% que obtendría Trump. Sin embargo, este margen sumamente estrecho subraya la incertidumbre que prevalece en las horas previas a la votación. Más allá de la contienda nacional, el sistema electoral de Estados Unidos presenta una serie de particularidades que pueden llevar a resultados inesperados. En este sentido, la suma de votos en el Colegio Electoral es lo que determinará al vencedor, y aquí es donde Trump parece tener una ligera ventaja. Con 268 votos electorales "asegurados", el expresidente se encuentra en una mejor posición que Harris, que tiene 251. La clave, por tanto, reside en los estados bisagra, esos pocos territorios que pueden inclinar la balanza hacia uno u otro candidato. Entre estos estados, Pensilvania se perfila como el más crucial. Con un empate técnico en las encuestas, sus 19 votos electorales podrían ser determinantes. Ganar Pensilvania significaría el triunfo para Harris, mientras que una victoria de Trump en este estado certificaría su regreso a la Casa Blanca. Sin embargo, las proyecciones pueden ser engañosas; las encuestas están sujetas a errores y, en una elección tan reñida, incluso la variación de un punto porcentual puede alterar drásticamente el resultado final. Además de los dos grandes candidatos, la posibilidad de que partidos menores jueguen un papel significativo también está latente. Con el creciente descontento hacia los dos partidos tradicionales, la influencia de las third parties podría ser un factor decisivo en esta elección. Sus votantes podrían inclinarse hacia uno u otro candidato en un momento crítico, robando votos potenciales y complicando aún más las proyecciones. A medida que se acerca la noche electoral, el ambiente en los estados clave es electrizante. En Carolina del Norte, Nevada y Georgia, los republicanos llevan la delantera por márgenes muy estrechos, mientras que los demócratas parecen tener la ventaja en Michigan y Wisconsin. Todo esto resalta la naturaleza volátil de estas elecciones, donde cualquier cambio en la intención de voto puede tener repercusiones monumentales. Trump, que había comenzado la campaña en desventaja tras el ascenso de Harris, ha logrado posicionarse de forma competitiva. Su capacidad de remontar en las encuestas es un testimonio de su influencia y de la complejidad del electorado estadounidense. La narrativa de esta campaña se ha centrado en temas como la economía, la política exterior y el manejo de la pandemia, áreas en las que ambos candidatos han ofrecido visiones contrastantes. La norma del "winner-takes-all" añade un nivel adicional de tensión a la contienda, donde cada voto cuenta y puede determinar el destino de un estado completo. Este sistema electoral ha llevado a situaciones en el pasado donde el ganador del voto popular no ha conseguido la presidencia, lo que añade un matiz de desconfianza y escepticismo entre los votantes. Finalmente, la expectativa de los resultados es palpable en todo el país. A medida que las urnas se abren y se inicia el conteo de votos, tanto la campaña de Harris como la de Trump están en una carrera frenética por movilizar a sus bases y asegurar cada voto posible. De aquí a la medianoche, el país estará al borde de su asiento, esperando saber quién será el próximo presidente de Estados Unidos, en un episodio que probablemente se recordará como un hito en la historia política del país.