Trump busca una nueva estrategia en Medio Oriente centrada en Israel y Arabia Saudita

Trump busca una nueva estrategia en Medio Oriente centrada en Israel y Arabia Saudita

El presidente electo de Estados Unidos define un plan regional que privilegia los vínculos con Tel Aviv y Riad para encontrar una salida a la crisis en Siria, destruir el proyecto nuclear de Teherán y evitar que Hezbollah, Hamas y los Huties recuperen su capacidad operativa

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política 15.12.2024

Donald Trump está tomando un enfoque renovado hacia Medio Oriente, estableciendo una agenda que se centra en una alianza estratégica con Israel y Arabia Saudita. Este plan tiene como objetivo principal contener a Irán y sus aliados terroristas, y busca desmantelar sus capacidades nucleares y militares en la región. En conversaciones que se llevan a cabo en su club Mar-a-Lago, Trump discute estos temas con figuras clave de su futura administración, incluyendo a Marco Rubio, Mike Waltz, Steve Witkoff, y Massad Boulos. Esta serie de reuniones refleja la seriedad con la que Trump considera los conflictos en Medio Oriente y su intención de abordar la crisis de manera proactiva.


Uno de los puntos cruciales en la agenda de Trump es lograr un cese del fuego en Gaza antes de que finalice el año. La liberación de los rehenes secuestrados por Hamas es una prioridad, y la administración electa busca aplacar la tensión en el área como parte de un esfuerzo más amplio por estabilizar la región. Este movimiento no solo trata de resolver una crisis inmediata, sino que también busca sentar las bases para una paz más durable, que permita a Estados Unidos y sus aliados operar desde una posición más sólida.


Mientras tanto, el enfoque de Trump hacia Irán se está desarrollando. Su administración enfrentará un dilema entre aplicar sanciones económicas o facilitar el envío de armamento de precisión a Israel, en un esfuerzo por eliminar el programa nuclear iraní. Esta estrategia refleja una toma de decisiones compleja y delicada, ya que cualquier acción podría tener repercusiones significativas no solo en la política interna de Estados Unidos, sino también en la estabilidad de toda la región. La situación en Siria, que sigue siendo un campo de batalla para diversos grupos armados y actores internacionales, complica aún más las decisiones de Trump.


La presencia de ISIS y los depósitos de armas químicas en Siria representan amenazas significativas que no pueden ser ignoradas. Trump ha dejado claro que no desea que Estados Unidos se involucre directamente en la guerra civil siria, pero la realidad en el terreno lo empuja a reconsiderar su postura. La influencia de Turquía y sus conexiones con grupos rebeldes también son factores que Trump debe evaluar cuidadosamente.


Adicionalmente, el papel de Erdogan y su relación con Al-Jolani añade otra capa de complejidad a la situación. Erdogan ha financiado la campaña militar del líder rebelde, lo que le otorga un peso considerable en la dinámica del conflicto. Al mismo tiempo, figuras como Netanyahu y representantes de Jordania han comenzado a explorar acuerdos de seguridad con grupos insurgentes, reflejando la necesidad de un enfoque colaborativo para enfrentar la amenaza de Irán y Hezbollah en la región.


Arabia Saudita emerge como otro jugador esencial en la estrategia de Trump. El presidente electo ha entablado conversaciones con el príncipe heredero Mohammed Bin Salman, buscando que el reino reconozca formalmente a Israel. Aunque el ataque terrorista del 7 de octubre interrumpió el progreso hacia este objetivo, las diferencias ideológicas y religiosas de Arabia Saudita con Irán podrían facilitar su papel como contrapeso en la región.


Trump se muestra dispuesto a ser paciente en este proceso, reconociendo que cualquier avance hacia el reconocimiento de Israel por parte de Arabia Saudita debe ir acompañado de un enfoque integral que incluya la reconstrucción de Gaza y la estabilidad en la región. Este enfoque resuena con su deseo de continuar la política de los Acuerdos de Abraham, que buscaban la normalización de relaciones entre Israel y otros países árabes.


Con el inicio de su administración programado para el 20 de enero, Trump se encuentra en una carrera contra el tiempo para establecer un panorama político y militar más claro en Medio Oriente. Su equipo de transición está trabajando arduamente para recopilar información y establecer relaciones que le permitan entrar a la Casa Blanca con una comprensión sólida de los desafíos y oportunidades que enfrenta la región.


En un entorno donde organizaciones terroristas como Hezbollah y Hamas operan con frecuencia en la sombra, la tarea de Trump y su administración será monumental. La inestabilidad que han fomentado estos grupos a lo largo de los años no solo ha complicado los esfuerzos de paz, sino que también ha profundizado las divisiones sectarias y políticas en la región.


La complejidad de la situación en Medio Oriente demanda un enfoque diplomático multifacético, y la estrategia de Trump parece buscar precisamente eso. Con la colaboración de actores como Israel y Arabia Saudita, y la atención a las dinámicas en Siria y más allá, el presidente electo está trazando un camino que podría redefinir el equilibrio de poder en la región en los años venideros.

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