Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que se acercan las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el tono de la campaña se ha vuelto más hostil, especialmente por parte del ex presidente Donald Trump. Durante un reciente evento de recaudación de fondos en Nueva York, Trump no escatimó en insultos hacia la actual vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, a quien llamó "retrasada". Este ataque verbal se suma a una serie de comentarios despectivos que el ex mandatario ha dirigido hacia Harris en el transcurso de la campaña. La cena en Nueva York, que reunió a una élite de donantes millonarios, estuvo marcada por la frustración de Trump ante lo que consideró una falta de apoyo financiero. En lugar de apelar a la generosidad de sus asistentes, el ex presidente optó por criticarles abiertamente, un movimiento que ha sido considerado por analistas como un reflejo de su creciente ansiedad en el tramo final de la contienda electoral. El New York Times informa que la situación financiera de Trump es preocupante, ya que Kamala Harris ha logrado recaudar mil millones de dólares en los menos de tres meses que lleva de campaña, cifra que supera con creces lo que Trump ha logrado en un año completo. Esta desventaja en financiación ha llevado a Trump a intensificar sus esfuerzos en eventos de recaudación, intentando así cerrar la brecha antes del día de las elecciones. El uso de insultos y descalificaciones por parte de Trump no es un hecho aislado. A finales de septiembre, durante un mitin en Prairie du Chien, Wisconsin, el candidato republicano había descrito a Harris como "discapacitada mental", un término que generó una ola de críticas y condenas desde diversos sectores. Sus comentarios no solo han sido vistos como ataques personales, sino también como parte de una estrategia más amplia para deslegitimar a su oponente. Este tipo de retórica ha caracterizado la campaña de Trump desde sus inicios, donde la agresión verbal parece ser un componente esencial de su estilo. Sin embargo, algunos analistas cuestionan si este enfoque le será beneficioso en un electorado que, en su mayoría, busca una política más constructiva y menos divisiva. La campaña de Harris ha respondido a estos ataques enfatizando su compromiso con el respeto y la dignidad en la política. Las elecciones están a solo 22 días de distancia, y cada movimiento cuenta. La candidata demócrata, que ha sabido consolidar un amplio apoyo financiero, también ha estado reforzando su mensaje de unidad y progreso. En contraste, la estrategia de Trump parece cada vez más centrada en la confrontación y la polarización, lo que podría estar alejando a ciertos votantes indecisos que buscan una alternativa a la división política. La dinámica de la campaña también ha puesto de relieve la importancia de la recaudación de fondos en la política moderna. La habilidad de Harris para atraer donaciones significativas ha sido un factor crucial en su éxito hasta ahora, mientras que Trump enfrenta el desafío de revertir esta tendencia en los últimos días de la campaña. La presión sobre el ex presidente se incrementa a medida que se acerca el día de la votación. En este clima tenso, el discurso del odio y la descalificación podría tener repercusiones a largo plazo. La forma en que se desarrollen estos últimos días antes de las elecciones podría sentar un precedente sobre cómo los candidatos se comportan y se comunican en futuras contiendas. A medida que ambos candidatos se lanzan ataques cada vez más agresivos, la incógnita persiste: ¿podrá Trump cambiar el rumbo de su campaña a través de la confrontación, o será Harris quien se lleve la delantera con un mensaje de inclusión y esperanza? Las encuestas indican que la carrera sigue siendo reñida, pero el estilo y la estrategia de cada candidato están moldeando la percepción pública de manera significativa. Los votantes están observando cuidadosamente no solo las propuestas, sino también el tono y el trato que cada candidato ofrece, lo que podría determinar su decisión en las urnas. La campaña de 2024 se perfila no solo como una batalla por el liderazgo político, sino también como un testimonio sobre la dirección y el futuro del discurso en la política estadounidense.