Venezuela ante un laberinto diplomático: incertidumbre sobre el reconocimiento a González

Venezuela ante un laberinto diplomático: incertidumbre sobre el reconocimiento a González

La UE tiene ya listas nuevas sanciones y advierte a Caracas en contra de actuar contra la oposición el 10 de enero, pero otras crisis mundiales han desplazado la preocupación por Venezuela

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política 26.12.2024

La situación política en Venezuela sigue siendo un tema candente en el ámbito internacional, especialmente en Europa, donde la oposición venezolana ha intensificado sus esfuerzos por obtener un reconocimiento formal para Edmundo González como presidente electo. A pesar de recibir el prestigioso premio Sájarov a la libertad de conciencia en una reciente visita al Parlamento Europeo, González se encuentra en medio de un laberinto diplomático donde el apoyo verbal de las instituciones europeas no se ha traducido en un respaldo formal ante el régimen de Nicolás Maduro.


La visita de González a Bruselas y Estrasburgo fue marcada por un reconocimiento simbólico de su lucha, pero también por la falta de un compromiso claro por parte de los países de la Unión Europea para reconocerlo oficialmente como el nuevo líder de Venezuela. Esta situación contrasta con el reconocimiento que en 2019 se otorgó a Juan Guaidó, quien fue considerado presidente encargado en un intento por desafiar a Maduro. Sin embargo, desde entonces, las capitales europeas han mantenido una postura ambigua y cautelosa, un enfoque que ha frustrado las aspiraciones de la oposición venezolana.


Aunque el Parlamento Europeo ha instado a los Veintisiete a considerar el reconocimiento de González, la realidad es que la mayoría de los países miembros aún no están dispuestos a dar ese paso. A pesar de la presión ejercida por algunos grupos políticos, como el Partido Popular español, así como por expresidentes como Felipe González, el apoyo ha sido en gran medida simbólico y no ha derivado en una acción diplomática más concreta. La falta de un consenso en la UE ha dejado a González en una posición incierta, justo antes de la crucial ceremonia de traspaso de mando prevista para el 10 de enero.


Italia fue uno de los pocos países que, después de Estados Unidos, reconoció públicamente a González como presidente electo. Sin embargo, este reconocimiento no ha llevado a la creación de una diplomacia paralela con el gobierno de Caracas, lo que sugiere que la situación se encuentra estancada. La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos en Venezuela, pero las acciones concretas siguen siendo escasas.


En un intento de asegurar su movilidad y protección, España ha otorgado a González el estatus de asilado político, permitiéndole viajar fuera de la UE sin temor a represalias. Sin embargo, el gobierno español no ha manifestado su disposición a ir más allá de este gesto, dejando a González en una situación de limbo político. Mientras tanto, en Bruselas, los embajadores de la UE han acordado extender las sanciones contra el régimen venezolano, pero el impacto de estas medidas sigue siendo considerado más simbólico que efectivo.


Durante su paso por Estrasburgo, González dejó en claro su demanda de un reconocimiento formal como presidente electo, una condición que considera fundamental para avanzar en la recuperación de Venezuela y en la reconciliación nacional. A pesar de la calidez de su recepción en el Parlamento Europeo, donde fue referido como presidente electo, el encuentro con la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, no resultó en compromisos concretos.


La situación en Venezuela, marcada por la caída de su economía y el éxodo masivo de ciudadanos, ha quedado relegada en la agenda de los líderes europeos, quienes enfrentan desafíos más inmediatos en otras regiones del mundo. Esto ha llevado a que la crisis venezolana sea vista más como un tema de preocupación que como una prioridad en la diplomacia de la UE.


Las conclusiones del Consejo Europeo, que se limitaron a un breve reconocimiento de la situación en Venezuela, han sido criticadas por figuras clave como Roberta Metsola, presidenta de la Eurocámara. Ella ha señalado que es crucial que Europa mantenga la vigilancia sobre Venezuela y no ignore la dramática realidad a la que se enfrenta su población. La falta de una respuesta más contundente ha suscitado frustración entre los opositores y los defensores de los derechos humanos.


A medida que se acerca el 10 de enero, la incertidumbre persiste sobre si Europa dará un paso decisivo hacia un reconocimiento formal de Edmundo González. Con el tiempo en su contra y las presiones internas y externas aumentando, la oposición venezolana se enfrenta a un encrucijada que podría determinar el futuro del país y su lucha por la democracia. La comunidad internacional sigue de cerca esta evolución, esperando que la diplomacia no quede atrapada en la inercia y que se abra un camino hacia la reconciliación y la restauración de la democracia en Venezuela.

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