Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un contexto marcado por la tensión social y la manifestación del descontento popular, la presidenta Dina Boluarte se pronunció de manera contundente en un evento oficial realizado en la región de Loreto. Su discurso, en el que se refirió a los “tirapiedras” en medio de un paro de transportistas que afectaba a la capital, resonó en un país que atraviesa una crisis de violencia y delincuencia organizada. Boluarte, en su alocución, enfatizó que los peruanos son “gente de bien” que busca la paz y el desarrollo, distanciándose de aquellos que, según ella, actúan de manera destructiva. “No somos aquellos tirapiedras que esconden luego la mano”, afirmó, en un intento de apelar a la unidad nacional en un momento en que las tensiones sociales parecen estar en aumento. Su mensaje, aunque dirigido a una amplia audiencia, se interpretó como una clara respuesta a las protestas que han sacudido al país y que han sido alimentadas por la frustración de diferentes sectores sociales. El llamado a la unidad fue un punto central de su discurso, donde Boluarte destacó la importancia de la colaboración entre los ciudadanos y las fuerzas del orden. “Junto a la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas estamos intensificando la lucha contra el crimen y la delincuencia”, subrayó, en un esfuerzo por reforzar la idea de que su gobierno está comprometido con la seguridad y el bienestar de la población. Sin embargo, algunos críticos cuestionan si tales afirmaciones se traducen en acciones efectivas en las calles. A lo largo de su discurso, Boluarte no escatimó palabras para calificar de “terrorismo” la ola de violencia que enfrenta el país, especialmente derivada de las actividades delictivas de diversas bandas organizadas. Esta caracterización de la violencia ha sido un componente recurrente en el discurso oficial, que busca enmarcar los problemas de seguridad dentro de un contexto más amplio de lucha contra el crimen organizado. La presidenta afirmó que su gobierno no retrocederá en esta lucha, una declaración que algunos consideran necesaria para restaurar la confianza en las autoridades. El contexto en el que se dieron estas declaraciones es crucial. Mientras Boluarte hablaba en Loreto, Lima enfrentaba el segundo día de un paro de transportistas que ha generado caos en las calles y descontento en la población. Las protestas, en gran parte impulsadas por el aumento en los costos del combustible y la falta de medidas efectivas por parte del gobierno, han desatado un clima de incertidumbre que se ha traducido en un llamado a la acción por parte de diversos sectores de la sociedad. La asignación de Harvey Colchado para vigilar un puente durante el paro es un ejemplo del despliegue policial en la capital. Esta decisión refleja el intento del gobierno por controlar la situación y evitar que las manifestaciones se tornen violentas. Sin embargo, el papel de la policía en estos eventos ha sido objeto de críticas, ya que muchos ciudadanos demandan un enfoque más dialogante y menos represivo en la gestión de conflictos sociales. Es innegable que la situación en Perú es compleja y está marcada por una serie de factores que exacerban la violencia y el descontento. La economía, la política y la seguridad son temas interconectados que requieren una atención urgente y coordinada. A pesar de las declaraciones optimistas de Boluarte, muchos peruanos se preguntan si el gobierno tiene un plan claro y efectivo para abordar la crisis en su totalidad. La presidenta concluyó su discurso mencionando que “en unidad, todos ganamos, en la desunión y con la violencia, todos perdemos”. Este mensaje de unidad, aunque bien intencionado, choca con la realidad que viven muchos peruanos, quienes sienten que sus voces no están siendo escuchadas. La percepción de que el gobierno está desconectado de las necesidades reales de la población puede ser un obstáculo significativo para la cohesión social. A medida que el país avanza hacia un futuro incierto, las palabras de la presidenta Boluarte parecen ser solo el comienzo de un diálogo necesario. La lucha contra la delincuencia y la búsqueda de la paz son objetivos loables, pero para ser efectivos, necesitan ser acompañados de políticas inclusivas y de un verdadero compromiso con las demandas de los ciudadanos. En definitiva, la verdadera prueba para el gobierno será su capacidad de convertir estas declaraciones en acciones que marquen una diferencia tangible en la vida de los peruanos.