
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




El clima político en España se ha vuelto, nuevamente, un campo de batalla donde la polarización y los ataques entre los principales líderes se han intensificado. Este último fin de semana, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se enzarzaron en una serie de declaraciones que, lejos de aportar soluciones, solo alimentaron la confrontación entre sus respectivos partidos. Este enfrentamiento ocurre en un momento crítico, ya que ambos deben abordar la política de defensa de la Unión Europea en los próximos días, un tema que trasciende las divisiones partidistas y requiere una atención urgente y conjunta. Desde la última reunión formal entre Sánchez y Feijóo hace más de quince meses, el diálogo ha sido prácticamente inexistente. Este prolongado silencio ha permitido que la polarización se profundice, mientras el Gobierno de Sánchez se encuentra cada vez más acorralado por la necesidad de cumplir con las exigencias de la Unión Europea en cuanto a la inversión en defensa. La reciente decisión de incrementar los gastos en defensa en 800.000 millones de euros ha puesto a España en una situación complicada, dada su actual posición de rezago en comparación con otros países comunitarios. La presión es intensa, especialmente con la urgencia de alcanzar el objetivo del 2% del PIB en gasto militar para 2029, una meta que ahora se ha vuelto incluso más apremiante a raíz del conflicto en Ucrania. Sin embargo, la falta de consenso en el Parlamento, donde Sánchez se enfrenta a la resistencia de sus socios de izquierda y partidos independentistas que se oponen a un aumento en el gasto militar, complica aún más la situación. Esta dependencia del apoyo de aliados radicales ha llevado a que el presidente se encuentre en una encrucijada, donde cada decisión política se convierte en un juego de negociación constante. El contraste con otros países europeos, como Alemania, resulta evidente. En este caso, la formación de un gobierno de coalición entre conservadores y socialdemócratas ha permitido avanzar en temas cruciales, dejando de lado las rivalidades partidistas. Este tipo de acuerdos es precisamente lo que se necesita en España: un pacto que trascienda las luchas políticas diarias y que priorice la seguridad nacional y la defensa europea. La falta de voluntad para sentarse a dialogar entre Sánchez y Feijóo refleja un desapego preocupante de las realidades actuales. Mientras la Unión Europea busca fortalecer su propia defensa en un contexto global cada vez más incierto, los líderes españoles parecen más interesados en mantener sus posiciones de poder que en encontrar un terreno común. La invitación de Sánchez a Feijóo para discutir la política de defensa ha llegado con un enfoque que no invita a la confianza, ya que no parece existir un deseo genuino de llegar a un acuerdo real. Por otro lado, las reacciones del PP han sido de desconfianza y escepticismo. Sus líderes han manifestado que no están dispuestos a otorgar un "cheque en blanco" a un Gobierno al que consideran poco fiable. Esta postura, aunque comprensible en el contexto actual, corre el riesgo de perpetuar la falta de diálogo y cooperación que es esencial en estos tiempos. La oportunidad de convertirse en una alternativa de gobierno responsable se esfuma ante la negativa a colaborar en temas que son de interés nacional. La situación en Europa, marcada por la nueva ola de nacionalismo y la incertidumbre internacional, exige que España tome un papel proactivo en la defensa común. La responsabilidad recae en ambos partidos, el PSOE y el PP, para encontrar un consenso que permita avanzar en este ámbito. El futuro de la política de defensa en la Unión Europea podría estar en juego, y es fundamental que los líderes políticos reconozcan la urgencia de esta cuestión. Es imperativo que se dejen de lado las dinámicas de confrontación en favor de un enfoque más constructivo. Las políticas de defensa, educación, sanidad y justicia son asuntos que deberían estar por encima de las disputas políticas cotidianas. Ambos líderes deben entender que su responsabilidad trasciende a sus respectivos partidos y que, en última instancia, el bienestar de los ciudadanos debe ser el norte de cualquier negociación. La historia reciente nos ha mostrado que la falta de colaboración puede llevar a decisiones perjudiciales y a un estancamiento en cuestiones críticas. La unión de esfuerzos entre Sánchez y Feijóo no solo podría beneficiar a España, sino que también serviría como ejemplo para otros países europeos que enfrentan similares desafíos. Por ello, el llamado a la responsabilidad y al diálogo no puede ser más apremiante en este momento. La política de defensa europea depende de ello, y España no puede quedarse atrás.