
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




A poco más de un mes de asumir la presidencia, Donald Trump ha desencadenado una serie de cambios políticos que han capturado tanto la atención de sus partidarios como de sus detractores. Desde su llegada a la Casa Blanca, ha despedido a miles de funcionarios, retirado ayudas a Ucrania en medio de su conflicto con Rusia y enfrentado tensiones crecientes en América del Norte, lo que ha llevado a muchos a cuestionar la dirección en la que se encuentra el país. Sin embargo, en lugares como Roswell, Georgia, algunos votantes parecen permanecer ajenos a estos cambios drásticos, sosteniendo que su vida cotidiana no ha cambiado de manera significativa. Corinne Wooten, una enfermera de 30 años que reside en el suburbio de Atlanta, afirma que, a pesar de la agitación política, su vida permanece relativamente inalterada. Para ella, el primer mes de Trump en el cargo ha estado marcado por la estabilidad personal, lo que le otorga un veredicto positivo sobre la gestión del presidente. Esta percepción, sin embargo, contrasta con la preocupación generalizada en el ámbito político, donde muchos ven las decisiones del presidente como un reto a las normas establecidas y un riesgo para las relaciones internacionales. El arranque del mandato de Trump ha desatado una oleada de respuestas tanto de sus partidarios como de sus opositores. Mientras su administración se embarca en una reestructuración sin precedentes de la burocracia federal, los demócratas expresan su alarma ante lo que consideran un ataque directo a la efectividad del gobierno y a la diplomacia internacional. La falta de apoyo hacia Ucrania, en particular, ha generado un gran descontento en el seno del Partido Demócrata, que observa con inquietud la dirección que toma la política exterior estadounidense. A pesar de estas tensiones, encuestas recientes indican que la base de apoyo de Trump sigue siendo sólida, aunque su índice de popularidad ha experimentado una leve disminución desde su toma de posesión. Los votantes en lugares como Georgia, donde la mayoría de los suburbios manifestaron su apoyo al presidente, parecen estar más enfocados en los resultados económicos a largo plazo que en los desafíos inmediatos que enfrenta su administración. Esto se refleja en las palabras de algunos votantes que están dispuestos a darle tiempo al presidente para que cumpla con sus promesas. El veterano militar Clark Searles es uno de los muchos que apoyan el enfoque de Trump. Searles siente que el presidente finalmente está “dándoles su merecido” a aquellos que han criticado su administración, destacando la importancia de la fortaleza en el liderazgo en tiempos de crisis. En este contexto, las críticas hacia la gestión de Putin son vistas como parte de una estrategia más amplia para estabilizar el conflicto en Ucrania, en lugar de una falta de compromiso con la causa. Sin embargo, no todos están tan convencidos. Algunos votantes expresan su preocupación por el alto costo de vida y los escasos cambios visibles en los precios tras las promesas de Trump de aumentar la producción de petróleo en EE. UU. Aun así, muchos, como Chris Tark, se muestran dispuestos a esperar un año para ver resultados tangibles, sugiriendo que la paciencia y la comprensión hacia el proceso son clave en este momento. A medida que Trump avanza en su agenda, las tensiones entre los partidos se intensifican. Los demócratas, que buscan organizarse y movilizarse, ya han comenzado a responder a la política de inundación de órdenes ejecutivas del presidente. En reuniones como la reciente en Roswell, se han escuchado voces de descontento, y los líderes demócratas están trabajando para agitar a una base que, en muchos casos, se sintió desilusionada en las pasadas elecciones. El encuentro del congresista republicano Rich McCormick con un público enojado ilustra la creciente resistencia que enfrenta Trump desde su propia base política. Esta situación refleja un cambio en la narrativa, donde el descontento se vuelve palpable, y aunque los partidarios de Trump mantienen su apoyo, la presión para que el presidente entregue resultados crece día a día. Mientras tanto, la dinámica política en el país se convierte en un juego de ajedrez a múltiples niveles. Los demócratas confían en que los problemas económicos, especialmente si no se resuelven rápidamente, jugarán a su favor en las próximas elecciones de mitad de mandato. La incertidumbre sobre la efectividad de las políticas comerciales de Trump podría convertirse en un punto crítico, y muchos se preguntan si su base de apoyo será lo suficientemente fuerte como para soportar el impacto de una guerra comercial o la subida de los precios. Con el futuro político de Trump en la balanza y las elecciones de 2026 a la vista, el país observa cómo se desarrollan estos eventos. Aunque la lealtad de sus seguidores parece intacta, los desafíos económicos y las tensiones internacionales podrían ser factores determinantes en la permanencia de Trump en el poder. En este contexto, tanto partidarios como opositores se preparan para un año lleno de incertidumbres y desafíos en el panorama político estadounidense.