Propuesta de "pequeño ejército" para deportar 12 millones de inmigrantes indocumentados

Propuesta de "pequeño ejército" para deportar 12 millones de inmigrantes indocumentados

Contratistas militares proponen detener y deportar 12 millones de inmigrantes indocumentados en EE. UU., generando alarmas sobre su militarización.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política 28.02.2025
En un giro inesperado en la política migratoria de Estados Unidos, un grupo de contratistas militares ha presentado una propuesta ante la Casa Blanca que tiene como objetivo la detención y deportación de hasta 12 millones de inmigrantes indocumentados. Liderados por Erik Prince, exdirector ejecutivo de Blackwater y figura polémica en el ámbito de la seguridad privada, el plan implica la creación de un "pequeño ejército" que operaría en el territorio estadounidense, lo que plantea serias inquietudes sobre la militarización de la política migratoria. La propuesta, que busca un aumento del 600% en la actividad de deportación, requiere un despliegue logístico sin precedentes. La idea es que el gobierno estadounidense, ante la falta de recursos suficientes en sus agencias federales, recurra a la asistencia de contratistas privados para llevar a cabo estas operaciones. Este enfoque ha despertado críticas sobre la ética de utilizar fuerzas privadas para ejecutar tareas que tradicionalmente han sido responsabilidad de entidades gubernamentales. Los fundadores del plan no solo incluyen a Prince, sino también a Bill Mathews, quien fue director de operaciones en Blackwater. Mathews tiene experiencia en proporcionar apoyo logístico a las fuerzas estadounidenses en conflictos, lo que refuerza las preocupaciones sobre el uso de tácticas militares en un contexto civil. La historia de Blackwater, una firma que ha sido acusada de abusos y malas prácticas en operaciones militares, añade un matiz alarmante a esta propuesta. Aunque la Administración Trump no solicitó esta propuesta de manera oficial, las conexiones del grupo en la Casa Blanca facilitaron su presentación al equipo de inmigración del presidente. Este equipo está encabezado por Tom Homan, quien ha asumido el papel de zar de la frontera, y Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional. La meta ambiciosa de deportar medio millón de inmigrantes indocumentados al mes resalta la urgencia y determinación del grupo para implementar su visión de una política migratoria más estricta. Erik Prince, en entrevistas recientes, ha afirmado que, aunque la Administración Trump tiene planes de deportaciones en marcha, no se ha tomado una decisión final sobre el uso de este "pequeño ejército" privado. Según sus declaraciones, se priorizaría el agotamiento de las capacidades internas antes de considerar asistencia externa. Sin embargo, esa afirmación no ha logrado calmar las preocupaciones sobre la militarización de una política que ya es ampliamente debatida y polémica. Mientras tanto, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha estado desarrollando otras estrategias para cumplir con el objetivo de deportaciones masivas. Una de estas iniciativas incluye una campaña que promueve la autodeportación, instando a los inmigrantes indocumentados a registrarse en una base de datos de Servicios de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) con la advertencia de que podrían enfrentar persecución en caso de no cumplir con las directrices establecidas. Esta estrategia pone de relieve el enfoque punitivo de la administración hacia la inmigración, que se está volviendo cada vez más evidente. Las implicaciones de este plan son vastas y complejas, ya que no solo afecta a las comunidades de inmigrantes, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre la ética y el papel de las empresas privadas en la implementación de políticas gubernamentales críticas. La posibilidad de que un grupo militarizado opere en el país para ejecutar deportaciones masivas pone en cuestión la naturaleza de la justicia y el respeto por los derechos humanos en el contexto de la migración. Los defensores de los derechos de los inmigrantes han expresado su preocupación ante este desarrollo, argumentando que la militarización de la política migratoria puede conducir a abusos de poder y violaciones de derechos humanos. Las comunidades que se verían directamente afectadas por estas medidas han comenzado a organizarse y movilizarse en contra de lo que consideran una amenaza a su dignidad y seguridad. A medida que la administración Trump continúa lidiando con la cuestión migratoria, la presentación de esta propuesta por parte de contratistas militares añade una nueva capa de complejidad al debate. Los ciudadanos estadounidenses, independientemente de sus opiniones sobre la inmigración, deben reflexionar sobre el impacto que tendría un enfoque militarizado en una cuestión que, en última instancia, es humana. El futuro de la política migratoria en Estados Unidos se vislumbra incierto, y con cada propuesta como la de este "pequeño ejército", las tensiones sobre cómo manejar la inmigración solo parecen intensificarse. La decisión que tome la administración podría tener repercusiones duraderas en la sociedad estadounidense, y es crucial que se aborden las preocupaciones éticas y de derechos humanos que surgen de tales iniciativas.
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