
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Política 23.02.2025
Alemania se prepara para un domingo crucial en el que los ciudadanos acudirán a las urnas para decidir el futuro político del país. Con una campaña electoral marcada por la polarización y el enfoque en temas migratorios y económicos, los conservadores de Friedrich Merz se posicionan como los favoritos. Este panorama se presenta en un contexto interno y geopolítico complejo, donde casi 60 millones de electores tendrán la oportunidad de influir en el rumbo de la principal economía de Europa.
Los sondeos indican que la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su hermana bávara, la Unión Socialcristiana (CSU), lograrán alrededor del 30% de los votos, seguido de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que podría duplicar su resultado de 2021, alcanzando entre el 20 y el 21%. Este ascenso de la AfD ha intensificado el debate sobre el papel de la ultraderecha en la política alemana, un tema que genera inquietud y controversia entre los partidos tradicionales.
El Partido Socialdemócrata (SPD), liderado por el canciller Olaf Scholz, se posiciona en un tercer lugar con un 15%, mientras que Los Verdes se encuentran en una franja similar, con un 12,5% o 13%. La gran sorpresa podría ser La Izquierda, que ha ganado adeptos en las últimas semanas y se proyecta con un 7% o 7,5%. Según el politólogo Antonios Souris, la campaña de La Izquierda ha resonado con los votantes gracias a mensajes claros y una personalización efectiva de sus postulaciones.
Los ojos también están puestos en los liberales de la FDP y la nueva Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), cuya inclusión en el parlamento podría alterar la dinámica de poder en la cámara. En el último sondeo, la FDP podría quedarse fuera del Parlamento con un 4,5%, mientras que el BSW se encuentra al borde de obtener el 5% necesario para asegurar representación. La incertidumbre sobre su participación es otro factor que añade tensión a la jornada electoral.
La campaña electoral ha sido inusualmente corta, una consecuencia de la ruptura del anterior gobierno de coalición en noviembre pasado. En este contexto, se han intensificado los debates sobre la economía, ya que Alemania enfrenta una recesión y desafíos relacionados con su política migratoria, especialmente tras recientes ataques atribuibles a solicitantes de asilo. Este clima ha llevado a una creciente presión sobre los partidos tradicionales para que adopten posturas más estrictas en materia migratoria.
Friedrich Merz ha sabido captar esta demanda de la ciudadanía y ha condicionado la formación de una coalición a un acuerdo sobre política migratoria y económica, un movimiento que ha desatado críticas desde la oposición. Sin embargo, Merz ha dejado claro que no contempla una alianza con la AfD, a pesar de los rumores que sugieren una posible ruptura del llamado "cordón sanitario" que hasta ahora ha mantenido a la ultraderecha al margen de las coaliciones.
Las manifestaciones en contra de la AfD y la creciente preocupación por su influencia en la política alemana han llevado a miles de alemanes a salir a las calles, evidenciando el rechazo hacia las posturas extremas. En este sentido, la jornada electoral no solo se presenta como una votación, sino como un plebiscito sobre la dirección que tomará Alemania ante un panorama social y político polarizado.
En cuanto a las posibles coaliciones, el panorama es aún incierto. Dado que ninguna formación parece lograr la mayoría, las alianzas serán esenciales. Una "gran coalición" entre conservadores y socialdemócratas podría ser viable, pero la llegada de nuevos actores como el BSW complicaría aún más el escenario. Si la FDP también logra entrar en el parlamento, se abriría la puerta a una coalición más amplia que incluya a los liberales, lo que cambiaría las dinámicas de poder.
Por su parte, Olaf Scholz ha dejado claro que no contemplará alianzas con las fuerzas de izquierda debido a sus posturas sobre Ucrania, lo que limita aún más sus opciones para permanecer en el cargo de canciller. La incertidumbre persiste, ya que entre un 20% y un 30% de los votantes aún se declaran indecisos, lo que podría influir en el resultado final.
En conclusión, las elecciones legislativas en Alemania representan un momento decisivo para el país. Con un electorado dividido y una agenda cargada de desafíos, el resultado no solo definirá quién gobernará, sino también el rumbo político, social y económico de una nación que enfrenta retos críticos en un contexto global inestable. La jornada electoral de este domingo será, sin duda, un hito en la historia reciente de Alemania.
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