Alarmantes recortes en el Hospital Bonaparte ponen en riesgo la salud pública

Alarmantes recortes en el Hospital Bonaparte ponen en riesgo la salud pública

La intervención del Hospital Bonaparte y despidos masivos generan preocupación por la calidad de atención y acceso a tratamientos en el país.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Salud 26.01.2025

La reciente intervención del Hospital Bonaparte por parte del Ministerio de Salud ha desatado una ola de preocupaciones en torno a la calidad y el acceso a la atención médica en el país. La medida, que incluye el despido de 1,400 personas, ha sido calificada como un recorte drástico que afecta tanto a la infraestructura hospitalaria como a la atención de pacientes con enfermedades críticas. Organizaciones de la sociedad civil han denunciado que estas decisiones se traducen en la falta de medicamentos y tratamientos, poniendo en riesgo la salud de miles de pacientes. La situación se ha vuelto alarmante, especialmente para quienes dependen de tratamientos continuos. María Teresa Troiano, quien luchó contra el cáncer de piel desde 2016, es un ejemplo de las trágicas consecuencias de esta política. Su historia revela cómo el corte de la provisión de medicamentos por parte del gobierno dejó a su familia sin opciones, lo que resultó en su muerte tras una larga batalla en la que no pudo acceder a la medicación necesaria. Su esposo, Eduardo, narró el calvario que atravesaron al intentar obtener respuestas del sistema de salud, lo que culminó en una pérdida devastadora. Las denuncias sobre el cierre de direcciones especializadas en hepatitis y tuberculosis también han emergido, lo que refleja un panorama sombrío para el tratamiento de enfermedades infecciosas en el país. La ONG Frente Nacional VIH, Hepatitis y Tuberculosis ha hecho eco de estos despidos, alertando sobre un incremento en los casos de tuberculosis y sífilis, así como un aumento en la mortalidad por SIDA. Según expertos, estas enfermedades están vinculadas a condiciones sociales precarias, exacerbadas por la falta de acceso a servicios de salud adecuados. El Ministerio de Salud, encabezado por Mario Lugones, ha justificado las medidas como parte de un plan de reestructuración destinado a corregir lo que consideran un “mal manejo de los fondos” y una “sobredotación” de personal en el Hospital Bonaparte. Sin embargo, los trabajadores del hospital han argumentado que la reducción de personal no solo desmantela los dispositivos asistenciales, sino que también pone en tela de juicio la capacidad del hospital para operar de manera efectiva. Esto se traduce en una atención insuficiente para pacientes que ya enfrentan situaciones graves de salud. La Alianza Argentina de Pacientes (ALAPA) ha emitido un informe que pone de manifiesto la magnitud de los recortes en el presupuesto de salud, revelando ajustes significativos que afectan a diversas instituciones y organismos. La reducción de fondos en áreas críticas como la Superintendencia de Servicios de Salud y el Instituto Nacional del Cáncer, entre otros, pone en peligro la sostenibilidad de los servicios de salud en todo el país. Esto, sumado a la interrupción en la entrega de medicamentos, ha tenido consecuencias fatales para muchos pacientes, incluidos aquellos con condiciones oncológicas. Ante este contexto, las organizaciones de pacientes han instado a la población a tomar conciencia sobre la gravedad de la situación y a exigir un cambio. La falta de medicamentos y tratamientos ha sido descrita como un “crimen institucional”, ya que se estima que al menos siete pacientes oncológicos han perdido la vida debido a la falta de acceso a la medicación a la que tenían derecho. Este escenario no solo plantea un reto inmediato para la salud pública, sino que también plantea preguntas profundas sobre la ética de las decisiones políticas que priorizan ajustes económicos por encima de las vidas humanas. Los recortes también han afectado a organizaciones que prestan servicios de salud y asistencia social, con la suspensión de cooperativas y mutuales que anteriormente proporcionaban apoyo a las comunidades. Esto se suma a la creciente dificultad que enfrentan las personas con discapacidad para acceder a servicios esenciales, ya que los requisitos para obtener asistencia han sido endurecidos, lo que genera una barrera adicional para aquellos que ya se encuentran en situaciones vulnerables. La situación en el sistema de salud no es solo un tema de números y estadísticas; implica historias de vida, de familias que luchan cada día por acceder a tratamientos que les permitan vivir. La intervención del Hospital Bonaparte y los recortes en el personal y los servicios de salud se han traducido en un deterioro de la calidad de vida de muchos ciudadanos, quienes ven cómo sus derechos a la salud se ven vulnerados. Los testimonios de aquellos afectados, como María Teresa y muchos otros, deben ser escuchados y tenidos en cuenta en el debate público sobre la salud en el país. La comunidad necesita un sistema de salud que no solo funcione en papel, sino que sea accesible, sostenible y, sobre todo, humano. Es imperativo que se tomen medidas para revertir la situación actual y garantizar que cada persona tenga acceso a la atención médica que necesita, sin excepciones. La salud es un derecho, y su defensa debe ser una prioridad para todos.

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