Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En las últimas semanas, el Primer Ministro canadiense Justin Trudeau se ha visto enfrentado a una profunda crisis política, agravada por la creciente influencia del expresidente de EE. UU. Donald Trump. Con el gobierno de Trudeau enfrentando desafíos cada vez mayores, incluyendo una crisis de asequibilidad de vivienda, un sistema de salud en dificultades y una creciente polarización cultural, el descontento público ha alcanzado un punto crítico. Las encuestas revelan un panorama sombrío para Trudeau mientras se prepara para las elecciones nacionales que deben llevarse a cabo antes del otoño de 2025, con muchos sugiriendo que su Partido Liberal podría tener dificultades para mantener el poder. A medida que las calificaciones de aprobación de Trudeau caen a un desalentador 33 por ciento, el Partido Conservador, liderado por Pierre Poilievre, ha tomado la delantera en las encuestas, aventajando por una asombrosa diferencia de 21 puntos porcentuales. Este cambiante panorama político en Canadá ha brindado a Trump la oportunidad de capitalizar las vulnerabilidades de Trudeau, con amenazas de imponer aranceles a los bienes canadienses que envían ondas de choque a través de la nación. Tales aranceles podrían resultar catastróficos para la economía canadiense, dado que aproximadamente el 80 por ciento de sus exportaciones están dirigidas a EE. UU. La postura provocativa de Trump, que incluye un posible arancel del 25 por ciento sobre las importaciones canadienses, ha intensificado la urgencia de la situación. Sus recientes comentarios burlándose de Trudeau como el "gobernador" del "Gran Estado de Canadá" subrayan una narrativa creciente que va más allá de la simple cháchara política; toca una sensación más profunda de inestabilidad e incertidumbre en la gobernanza canadiense. Mientras Trump se regocija en este tumulto, los funcionarios canadienses están luchando por responder de manera efectiva para mitigar las posibles repercusiones de sus amenazas. En un intento por abordar la situación, el gobierno canadiense ha propuesto un plan de seguridad fronteriza de 900 millones de dólares para presentar a la administración Trump, con la esperanza de aliviar parte de la presión relacionada con el control fronterizo y las preocupaciones sobre inmigración. El Primer Ministro de Ontario, Doug Ford, ha hecho eco del llamado a un frente unido entre los líderes provinciales, abogando por negociaciones activas con EE. UU. sobre aranceles, e incluso considerando la idea de medidas de represalia si fuera necesario. Sin embargo, la agitación política ha alcanzado nuevas alturas con la sorprendente renuncia de Chrystia Freeland, Viceprimer Ministra de Canadá y Ministra de Finanzas. Freeland, una figura clave en la administración de Trudeau y un jugador crucial en negociaciones pasadas con Trump, se marchó en medio de afirmaciones de un desacuerdo con Trudeau sobre política fiscal y estrategias de gobernanza. Su renuncia podría desencadenar un cambio significativo dentro del Partido Liberal, especialmente porque se espera que busque una candidatura a la liderazgo, complicando aún más el futuro del partido antes de las próximas elecciones. La salida de Freeland le ha brindado a Trump una nueva oportunidad para burlarse de Trudeau, sugiriendo que la administración del Primer Ministro canadiense está flaqueando. En una publicación en Truth Social, Trump expresó su deleite por la partida de Freeland, añadiendo más leña al fuego de la inestabilidad política canadiense y colocando el liderazgo de Trudeau bajo un mayor escrutinio. A medida que se acerca el plazo para las elecciones, las opciones de Trudeau siguen siendo limitadas. Enfrenta la posibilidad de un desafío de liderazgo dentro de su propio partido, lo que podría forzar a un nuevo líder a tomar las riendas antes de las elecciones federales. Mientras tanto, Poilievre está presionando por elecciones inmediatas, capitalizando el estado debilitado del Partido Liberal, mientras la inminente amenaza de Trump se cierne sobre el panorama político. La intersección de la política canadiense y estadounidense en este contexto podría resultar en un referéndum sobre el liderazgo de Trudeau o una competencia sobre quién estaría mejor preparado para negociar con Trump. A medida que el clima político se intensifica, los canadienses se ven obligados a preguntarse si esta elección será, en última instancia, un referéndum sobre la gobernanza de Trudeau o un reflejo del impacto de Trump en su futuro político.