Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La gestión del riesgo país es un tema que ha cobrado especial relevancia en la última década, y las Fuerzas Armadas (FFAA) de Perú juegan un rol fundamental en este ámbito, más allá de su tradicional función de defensa nacional. En un contexto donde las amenazas internas y externas se entrelazan, es crucial reconocer cómo las FFAA no solo defienden la integridad territorial, sino que también actúan como un bastión frente a crisis sociales, políticas y ambientales. La experiencia adquirida durante la crisis del Niño Costero en 2017 es un claro ejemplo del impacto positivo que pueden tener las FFAA en la gestión de desastres naturales. En ese momento crítico, la movilización y la capacidad logística de las fuerzas armadas fueron determinantes para mitigar los efectos devastadores de este fenómeno climático. Desafortunadamente, el sesgo antimilitar que persiste en ciertos sectores de la sociedad impide reconocer estos logros y el potencial de las FFAA para contribuir de manera efectiva a la seguridad y el bienestar del país. Sin embargo, la función de las FFAA va más allá de la respuesta a desastres naturales. En un país con una historia marcada por conflictos internos, la presencia de movimientos terroristas como el Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) resalta la necesidad de contar con una fuerza militar preparada para contrarrestar amenazas a la soberanía nacional. Las FFAA han sido instrumental en debilitar estas organizaciones, contribuyendo a la restauración del orden y la paz en diversas ocasiones. En el ámbito político, la defensa de la democracia se ha presentado como otro aspecto esencial del rol de las FFAA. La reciente tentativa de golpe de Estado por parte del ex presidente Pedro Castillo evidencia cómo ciertos actores pueden amenazar la estabilidad democrática desde dentro. La respuesta de las FFAA, que se negaron a respaldar acciones ilegítimas, muestra su compromiso con la democracia, aunque la historia reciente también nos recuerda que en ocasiones pasadas, las instituciones militares han estado involucradas en episodios oscuros que los han desacreditado ante la sociedad. El crimen organizado, otro aspecto crítico en la gestión del riesgo país, también representa un desafío significativo. Bandas que operan en el narcotráfico, la minería ilegal, y otras economías informales han comenzado a establecerse en diversas regiones del país, generando un clima de inseguridad y desconfianza. La penetración del crimen organizado en instituciones del Estado es una preocupación creciente que exige una respuesta contundente y coordinada de las FFAA y otras entidades del gobierno. Además, la historia reciente revela un alarmante aumento en la correlación entre el crimen organizado y la política, lo que ha llevado a la calificación de Perú como un "régimen híbrido". Este fenómeno no solo pone en riesgo la gobernabilidad, sino que también amenaza con transformar al país en un estado fallido si no se toman medidas adecuadas para contrarrestar estos impactos. En este contexto, el fortalecimiento de las FFAA resulta vital. Una institución militar que esté bien equipada y preparada no solo protege la integridad del país, sino que también contribuye a la cohesión social, llevando el Estado a lugares donde la presencia gubernamental es limitada. Ejemplos de iniciativas como las PIAS (Plataformas Itinerantes de Acción Social) y el SIMA (Servicio Industrial de la Marina de Guerra del Perú) son prueba de cómo las FFAA pueden servir como agentes de desarrollo en zonas vulnerables. Las amenazas a la seguridad nacional requieren una modernización de las doctrinas y técnicas militares. Las guerras híbridas, que incluyen desde ciberataques hasta la manipulación de conflictos étnicos, demandan un enfoque renovado en la estrategia de defensa, así como una colaboración más estrecha entre las fuerzas armadas y otras instituciones del Estado. A pesar de los desafíos, es necesario superar las corrientes antimilitares que obstaculizan el desarrollo de una fuerza armada efectiva. Estas ideas provienen tanto de sectores de izquierda que desconfían de la militarización como de aquellos que, bajo la premisa de la paz, consideran que las FFAA son obsoletas. La realidad demuestra que, en un mundo cada vez más complejo, la preparación militar sigue siendo una necesidad. Por último, es esencial recordar que la relación entre la sociedad y las FFAA debe estar basada en el respeto mutuo y la colaboración. Un país que no valora a sus fuerzas armadas enfrenta un futuro incierto, marcado por la inestabilidad y el conflicto. Igualmente, las FFAA, si se asocian con intereses corruptos, pueden convertirse en un factor de desestabilización. Es un equilibrio delicado que requiere atención y esfuerzo conjunto para garantizar un futuro seguro y próspero para Perú.