Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La vicepresidenta Kamala Harris ha enfrentado críticas constantes por su visibilidad y efectividad en el papel que ocupa. Desde que asumió el cargo, muchos la han percibido como una figura casi invisible, lo que ha generado interrogantes sobre su capacidad para destacar en una campaña electoral que se intensifica cada día. A pesar de esto, Harris se presentó recientemente en un evento clave, advirtiendo sobre los peligros que representaría un regreso de Donald Trump a la presidencia. Su crítica al exmandatario fue contundente, describiéndolo como "poco serio" y evidenciando un cambio en su estrategia comunicativa. En un análisis de su reciente discurso, la académica Arlene Ramírez Uresti destacó que por primera vez, Harris mostró una narrativa más sólida y personal, conectando su historia como fiscal con los desafíos actuales que enfrenta el país. La vicepresidenta subrayó su compromiso de ser la presidenta de todos los estadounidenses, un mensaje que resonó con algunas audiencias, aunque su camino por delante es complejo. Se enfrenta al reto de consolidar el apoyo que solía ser para Joe Biden, sin tener garantizado que esa lealtad se transfiera a ella. Uno de los principales enfoques de Harris fue dirigirse a los indecisos y a aquellos que han optado por la abstención. Con el objetivo de atraer a los votantes que anteriormente apoyaban a Biden, su discurso se centró en temas que han sido tradicionalmente parte de la agenda republicana. Hablar de cárteles de México y la lucha contra el tráfico de drogas no solo es un intento de resonar con las preocupaciones de la población, sino también una estrategia para contrarrestar la narrativa que ha alimentado Trump. Sin embargo, la elección de abordar temas tan polarizantes como el aborto ha suscitado críticas y podría alienar a ciertos sectores del electorado. Harris se encuentra en una encrucijada, intentando posicionarse como la candidata que puede desafiar a Trump, pero también necesita ser consciente de las limitaciones de su discurso en un país donde el aborto sigue siendo un tema divisivo. El tiempo apremia para Harris, que debe articular su campaña en un plazo de apenas 11 semanas. Mientras tanto, Trump ha estado en el centro de la atención pública durante meses, fortaleciendo su imagen y su base de apoyo. Harris, en cambio, ha tenido que luchar contra la percepción de debilidad, un estigma que se ha acentuado durante su mandato como vicepresidenta. Un aspecto notable del discurso fue su intento de conectar con la clase media, un grupo que, según ella, ha sido despojado de su estabilidad económica. No obstante, muchos críticos señalaron que su mensaje parece desconectado de la realidad, ya que el gobierno de Biden ha enfrentado una crisis de vivienda que ha afectado a este sector de la población. Esto pone de manifiesto una posible falta de comprensión de los desafíos actuales que enfrentan los estadounidenses. Mientras las encuestas le otorgan a Harris un ligero margen sobre Trump, observadores políticos advierten que estas cifras pueden ser engañosas. Históricamente, las encuestas han fallado al predecir resultados, como ocurrió en la contienda de Hillary Clinton en 2016. Este contexto sugiere que el verdadero termómetro del apoyo a Harris será su capacidad para interactuar directamente con la gente, una faceta en la que ha estado ausente en gran medida. El conflicto en Gaza también fue un tema discutido en el discurso de Harris, donde intentó adoptar un enfoque equilibrado. Sin embargo, su comprensión de la política exterior ha sido cuestionada, ya que su postura parece oscilar entre sus propios principios y las realidades de la política estadounidense. Esta ambigüedad podría ser vista como un error estratégico, dado que muchos votantes buscan claridad y determinación en los líderes que aspiran a dirigir el país. Por su parte, Trump no tardó en reaccionar a las declaraciones de Harris, utilizándolas para reforzar su imagen de adversario fuerte y crítico. El exmandatario ha demostrado ser un maestro en el arte de la provocación, y se espera que intensifique su ataque hacia Harris a medida que se acerque la elección. Esto representa un desafío adicional para la vicepresidenta, quien debe lidiar no solo con las críticas sobre su desempeño, sino también con una retórica agresiva que busca desestabilizar su campaña. En resumen, Kamala Harris enfrenta un camino lleno de obstáculos en su intento por capturar la atención y el apoyo de los votantes. Mientras busca distanciarse de la imagen de una vicepresidenta apagada, debe articular un mensaje claro y convincente que no solo resuene con sus bases, sino que también atraiga a los indecisos y a aquellos que se sienten marginados por la política actual. El tiempo corre, y el desafío que enfrenta es monumental, en un entorno político que no muestra signos de apaciguarse.