Obstáculos legales y culturales frenan la igualdad de género en el trabajo en Irán

Obstáculos legales y culturales frenan la igualdad de género en el trabajo en Irán

En Irán, las mujeres enfrentan obstáculos legales y culturales para trabajar, incluyendo la necesidad de permiso marital, limitando su autonomía laboral.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política 18.08.2024

En Irán, el camino hacia la igualdad de género en el mercado laboral se encuentra plagado de obstáculos legales y culturales. Una de las regulaciones más humillantes que enfrentan las mujeres es la necesidad de obtener el permiso de sus esposos para poder trabajar. La historia de Neda, una joven con un máster en ingeniería en petróleo y gas, ilustra esta situación. En una entrevista de trabajo, se le exigió presentar una declaración escrita de su marido para demostrar que tenía su autorización, algo que la hizo sentir profundamente humillada. “Les dije que soy una adulta y que tomo mis propias decisiones”, recuerda, reflejando un sentimiento compartido por muchas mujeres en el país. Este tipo de experiencias no son excepcionales. De acuerdo con un informe del Banco Mundial de 2024, Irán se encuentra entre los peores países en cuanto a las barreras legales que enfrentan las mujeres en el ámbito laboral. Solo Yemen, Cisjordania y Gaza ocupan posiciones más bajas en este ranking. A pesar de que las mujeres representan más del 50% de los graduados en educación superior, solo constituyen el 12% de la fuerza laboral, una cifra alarmante que destaca la discrepancia entre la educación y las oportunidades de empleo. La situación se complica aún más por la prevalencia del acoso sexual y un ambiente laboral que a menudo menosprecia las capacidades de las mujeres. Nadereh Chamlou, exasesora del Banco Mundial, señala que una serie de barreras legales y culturales mantienen a las mujeres excluidas del mercado laboral. La legislación existente, como el artículo 1105 del Código Civil iraní, establece al marido como el sustento principal de la familia, lo que perpetúa la idea de que los hombres deben tener prioridad en el empleo. La dinámica en el lugar de trabajo también se ve afectada por la percepción de los empleadores. Muchos optan por no contratar a mujeres jóvenes, temiendo que sus futuros maridos puedan obstaculizar su carrera. Este temor se traduce en un ciclo vicioso que desincentiva a las mujeres a buscar empleo, ya que saben que su autonomía puede ser limitada por decisiones ajenas. A pesar de los esfuerzos de algunas mujeres por ingresar al mercado laboral, se enfrentan a una dura realidad de discriminación. Raz, una joven de 20 años, afirma que en cada lugar donde ha trabajado, las mujeres eran las primeras en ser despedidas durante reestructuraciones. Una mujer que solicitó permanecer en el anonimato compartió que, tras más de una década en su trabajo, decidió renunciar al darse cuenta de que nunca le darían un ascenso, a pesar de su dedicación y calificaciones. Además de las barreras legales, existe un impacto significativo sobre los beneficios laborales que las mujeres pueden recibir. La falta de reconocimiento como sustentadoras del hogar limita su acceso a prestaciones y bonificaciones. Esto se traduce en una reducción de los derechos que podrían acumular durante su trayectoria laboral, lo que a su vez afecta su capacidad para contribuir económicamente a sus familias. Esta situación se vuelve aún más frustrante para aquellas mujeres con títulos universitarios. Sepideh, que tiene un máster en artes, comenta que la estructura social y económica las ha llevado a abandonar sus sueños de una carrera profesional. La presión para conformarse con las expectativas tradicionales de género a menudo deja a las mujeres con pocas opciones más allá de renunciar a sus aspiraciones laborales. La ley del hiyab obligatorio ha exacerbado la situación, contribuyendo a que muchas mujeres se sientan excluidas de ciertos empleos, especialmente en el sector público. Aquellas que se resisten a acatar las normas más estrictas del hijab enfrentan la posibilidad de perder oportunidades laborales significativas. Este contexto de represión también afecta a las mujeres de mediana edad, que a menudo quedan fuera del mercado laboral debido a un sistema que las margina. A pesar de estos desafíos, hay destellos de esperanza. Las mujeres iraníes están comenzando a tomar la iniciativa al crear pequeñas empresas independientes, buscando abrirse camino en un entorno laboral que parece cerrado. Innovadoras en campos como la tecnología y el comercio digital, estas emprendedoras están desafiando la narrativa tradicional y creando un espacio para ellas mismas en la economía. El impacto potencial de un mayor involucramiento de las mujeres en la fuerza laboral es considerable. Según un informe del FMI, si Irán pudiera aumentar la participación femenina al nivel masculino, el PIB del país podría crecer un 40%. Sin embargo, para que este cambio ocurra, es fundamental que se escuchen y actúen sobre las voces de las mujeres en Irán. La falta de voluntad política para abordar estas cuestiones es un obstáculo que debe ser superado para avanzar hacia una mayor equidad de género en el lugar de trabajo. La lucha continúa, pero las mujeres iraníes están decididas a no ser silenciadas.

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