Asilo a Jorge Glas desata tensiones diplomáticas entre México y Ecuador

Asilo a Jorge Glas desata tensiones diplomáticas entre México y Ecuador

México otorga asilo a Jorge Glas, ex Vicepresidente de Ecuador, generando tensiones diplomáticas entre ambos países tras un conflicto en la embajada.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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Política 06.08.2024

La reciente decisión del Gobierno mexicano de otorgar asilo político a Jorge Glas, ex Vicepresidente de Ecuador, ha desatado una serie de tensiones diplomáticas entre México y Ecuador que han captado la atención internacional. La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México ha sustentado esta acción en la Convención sobre Asilo Diplomático de 1954, un tratado internacional que, según su interpretación, les otorga el derecho de ofrecer refugio a individuos que se encuentran en peligro o son objeto de persecución política. La situación de Glas es compleja. Después de haber sido condenado por delitos relacionados con el escándalo de corrupción de Odebrecht, su recorrido judicial ha sido tumultuoso. Pese a haber pasado cuatro años y medio en prisión, Glas fue liberado provisionalmente y posteriormente enfrentó nuevas acusaciones que lo llevaron a buscar refugio en la Embajada de México en Quito desde diciembre de 2023. Sin embargo, el asilo se convirtió en un punto de conflicto cuando, el 5 de abril, la policía ecuatoriana irrumpió en la sede diplomática en un intento por recapturarlo. El asalto a la embajada no solo resultó en la detención de Glas, sino que también provocó un quiebre en las relaciones diplomáticas entre los dos países. México no tardó en reaccionar, denunciando el incidente ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Esto subraya la gravedad del evento y la posición de México de proteger a personas que, según su criterio, merecen asilo basándose en aspectos de derechos humanos y persecución política. La SRE ha hecho un llamado a las autoridades ecuatorianas para que faciliten la salida de Glas del país, sugiriendo la emisión de un salvoconducto que le permita viajar a un tercer país. Esta solicitud se basa en el artículo XIX de la Convención de Caracas, que establece protocolos para la protección de asilados políticos, lo que añade un nuevo nivel de responsabilidad al gobierno de Ecuador en este asunto. Además, la Cancillería mexicana ha solicitado medidas humanitarias para garantizar la seguridad y bienestar de Glas mientras se resuelve su situación legal. En el comunicado emitido, se hace hincapié en el estado crítico de salud del ex Vicepresidente, lo que añade urgencia a la solicitud de excarcelarlo y trasladarlo a un lugar seguro. Esta preocupación por la salud de Glas busca también reflejar la postura humanitaria del gobierno mexicano en medio de un conflicto que podría parecer puramente político. La situación no solo ha sido un desafío diplomático, sino que también ha abierto un debate más amplio sobre el asilo político en América Latina. Históricamente, esta práctica ha sido objeto de controversia y su interpretación varía según las circunstancias y los actores involucrados. El caso de Glas podría ser un precedente que influya en futuras decisiones sobre asilo en la región, especialmente en un contexto donde la política y la justicia son frecuentemente percibidas como interconectadas. Por otro lado, la administración de Daniel Noboa en Ecuador se encuentra en una posición delicada. La presión interna y externa para manejar adecuadamente este caso es enorme, y cualquier paso en falso podría acarrear repercusiones en su legitimidad y en la percepción pública de su gobierno. La respuesta ecuatoriana en este caso será observada de cerca por otros países de la región, que podrían verse afectados por el precedente que esta situación establece. A medida que avanza esta compleja trama diplomática, queda claro que el desenlace del caso de Jorge Glas no solo definirá su futuro, sino que también marcará un hito en las relaciones entre México y Ecuador. La comunidad internacional estará atenta a cómo ambos gobiernos manejarán este delicado equilibrio entre justicia, derechos humanos y diplomacia. Finalmente, mientras las negociaciones continúan, el caso de Glas representa una oportunidad para reflexionar sobre la naturaleza del asilo político y sus implicaciones en un mundo donde la política, la justicia y los derechos humanos a menudo chocan en un contexto global cada vez más complicado. La actuación de México, bajo el marco de la Convención de Caracas, y la respuesta de Ecuador determinarán el camino a seguir en esta intrincada saga.

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