Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La comunidad venezolana en Perú se prepara para una movilización significativa este sábado 3 de agosto, con la intención de expresar su descontento ante los recientes resultados electorales que han beneficiado a Nicolás Maduro. La marcha, que se llevará a cabo en Lima y otras ciudades del país, ha sido convocada por ciudadanos que han huido de la severa crisis que azota a Venezuela y que ahora buscan ser escuchados en su nuevo hogar. El punto de encuentro para la manifestación será la Plaza de la Democracia a las 4 de la tarde. Los organizadores han instado a los participantes a acudir con su acta de votación y las banderas de su país, que representan la esperanza y la resistencia de un pueblo que ha sufrido tanto. Este evento no solo será un llamado a la acción en Perú, sino que también busca resonar en Venezuela, donde se espera que un número considerable de ciudadanos se sume a la protesta. El contexto de esta marcha radica en los recientes comicios celebrados el 28 de julio, que han sido calificados de ilegítimos por muchos. Los venezolanos en el extranjero han manifestado su preocupación por la falta de transparencia y la manipulación electoral que continúan afectando a su país. Esta situación ha llevado a miles de personas a buscar asilo y nuevas oportunidades en otros países, con Perú siendo uno de los destinos más elegidos. La decisión de Nicolás Maduro de romper relaciones diplomáticas con Perú y otros seis países que se han pronunciado en contra de los resultados electorales ha desatado una serie de dificultades para los venezolanos que residen en Perú. El cierre de la embajada de Venezuela en Lima ha dejado a muchos sin acceso a los documentos necesarios para regularizar su situación migratoria, lo que complica aún más su vida cotidiana en un país que, si bien ha sido receptivo, también enfrenta sus propios desafíos socioeconómicos. Desde la mañana del viernes, un gran número de ciudadanos venezolanos se ha concentrado frente a la embajada, buscando expresar su descontento y exigir claridad en el proceso electoral que consideran fraudulento. La comunidad se siente frustrada y vulnerable ante un sistema que les ha fallado, tanto en Venezuela como en su nuevo hogar. Los vínculos familiares y la posibilidad de un futuro mejor son parte de lo que se juegan en esta lucha. La reanudación de vuelos entre Lima y Caracas se ha visto afectada por esta crisis, tras la suspensión anunciada por Latam Airlines, que ha extendido su decisión hasta el 31 de agosto. Esto ha limitado aún más las posibilidades de los venezolanos para regresar a su país o recibir a familiares en Perú, intensificando la sensación de aislamiento y desesperanza entre la comunidad. Es importante destacar que la situación de los migrantes venezolanos no es solo una cuestión de derechos humanos, sino también de necesidad de visibilidad en un contexto internacional que a menudo ignora el sufrimiento de los pueblos que huyen de regímenes autoritarios. La marcha del sábado no solo es una manifestación de repudio, sino también una oportunidad para elevar las voces de aquellos que han sido silenciados. Mientras los ciudadanos se preparan para la marcha, las organizaciones que representan a los venezolanos en Perú han estado trabajando en estrategias para proporcionar asistencia legal y apoyo comunitario a quienes se han visto afectados por el cierre de la embajada. La resiliencia de esta comunidad es admirable, y su capacidad para unirse y luchar por sus derechos es un testimonio de su determinación. La marcha de este sábado se presenta como un momento crucial para que los venezolanos en Perú se reúnan, fortalezcan lazos y se hagan oír en un contexto donde sus voces han sido minimizadas. La comunidad internacional también debe prestar atención a las demandas de estos ciudadanos, quienes buscan no solo la justicia para su país, sino también un futuro digno en el exilio.