Irán: Entre la promesa de reformas y el poder real detrás del nuevo presidente.

Irán: Entre la promesa de reformas y el poder real detrás del nuevo presidente.

Irán vive la incertidumbre con la elección de Masoud Pezeshkian como presidente, cuyo poder real se ve limitado por el liderazgo supremo de Jamenei. Las posibles reformas chocan con un sistema político teocrático arraigado, donde el Consejo de Guardianes tiene la última palabra. La influencia de Pezeshkian en el futuro del país dependerá de su capacidad para navegar en este complejo entramado político.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política 06.07.2024

Irán se encuentra en el ojo del huracán tras la elección de Masoud Pezeshkian como nuevo presidente, un evento que ha despertado expectativas y suscitado incertidumbre en la población y la comunidad internacional. La promesa de reformas y un posible acercamiento con Occidente por parte del mandatario electo ha despertado el interés mundial, pero las sombras del poder real en la República Islámica proyectan dudas sobre la viabilidad de dichas reformas. En medio de este escenario, resulta fundamental comprender quién es el verdadero detentador del poder en Irán. A pesar de su título presidencial, Masoud Pezeshkian no ostenta la máxima autoridad política ni militar en el país. Ese papel recae en el ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de 85 años y figura institucional clave en la toma de decisiones políticas y militares en la República Islámica. Acorde con la Constitución iraní, Jamenei tiene el poder de declarar la guerra, movilizar a las fuerzas armadas y, crucialmente, cesar al presidente de la República en caso de considerarlo necesario. Asimismo, controla organismos clave como la Policía Nacional, la Guardia Revolucionaria Islámica y el Consejo de Guardianes, lo que le otorga un control férreo sobre los principales resortes del poder en el país. Aunque el presidente en Irán tiene atribuciones en la gestión diaria del gobierno y en la influencia en política interior y exterior, su rol es principalmente simbólico en asuntos de seguridad y defensa. Esta dinámica coloca a Pezeshkian en una posición delicada, donde sus promesas de reformas chocan con la realidad de un sistema político teocrático donde el líder supremo tiene la última palabra. El Consejo de Guardianes, conformado por clérigos y juristas nombrados directa o indirectamente por Jamenei, ejerce un control estricto sobre el Parlamento y puede anular leyes que considere contrarias a la doctrina religiosa oficial. Esta estructura institucional limita las posibilidades de cambio significativo en el país, ya que cualquier reforma propuesta por el presidente puede ser bloqueada si no se ajusta a los intereses del liderazgo supremo. Las experiencias pasadas, como los intentos fallidos de reformas durante el mandato de Mohamed Jatamí, ilustran la complejidad del sistema político iraní y la resistencia a cambios que desafíen el statu quo establecido desde la Revolución Islámica de 1979. La represión de la disidencia y la censura de medios de comunicación en respuesta a intentos de reforma son recordatorios constantes de los límites impuestos por las estructuras de poder vigentes. En este contexto, Masoud Pezeshkian emerge como una figura con potencial influencia en el futuro de Irán, especialmente en caso de un eventual sucesión de Jamenei. Su participación en la asamblea encargada de elegir al próximo líder supremo podría ser determinante en la dirección que tomará el país en los próximos años. A pesar de las limitaciones impuestas por el sistema político vigente, el papel de Pezeshkian como presidente puede ser crucial para allanar el camino hacia posibles reformas en el futuro de la República Islámica de Irán.

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