La cumbre de Astaná: Rusia y China se unen por un mundo multipolar

Los presidentes de Rusia y China, Vladimir Putin y Xi Jinping respectivamente, se unieron en una declaración conjunta durante la cumbre celebrada en Astaná, Kazajistán, abogando por un mundo multipolar que se contraponga al unilateralismo estadounidense, denunciando la supuesta hegemonía de Estados Unidos en las relaciones internacionales. Esta reunión, en la que participaron países como Irán, India y diversas naciones de Asia Central, pretende marcar un hito en los cambios que se están produciendo en el escenario global, tanto en la política como en la economía y otras esferas de las relaciones internacionales. El compromiso de los participantes de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) con la formación de un orden mundial multipolar equitativo fue enfatizado por Putin, quien resaltó la importancia de que la OCS defienda la equidad y la justicia en un contexto marcado por profundas transformaciones. Xi Jinping, por su parte, instó a resistir las injerencias externas y a mantenerse del lado de la justicia, en clara oposición a lo que consideran una actitud hegemónica por parte de Estados Unidos. La incorporación de Bielorrusia como décimo miembro de la OCS, un país aliado de Rusia en su conflicto con Ucrania, subraya la voluntad de estos países de unirse para romper con el orden unipolar establecido por las potencias occidentales. En este sentido, el presidente bielorruso Alexander Lukashenko afirmó que tienen el poder de derribar los muros del mundo unipolar, enviando un mensaje contundente sobre su intención de contrarrestar la influencia occidental. En un contexto en el que la OCS representa el 40% de la población mundial y alrededor del 30% del PIB global, la presencia de líderes como Recep Tayyip Erdogan de Turquía y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en la cumbre de Astaná evidencia la creciente importancia de este bloque como contrapeso a las potencias occidentales. Sin embargo, a pesar de los símbolos de unidad, persisten desacuerdos entre los miembros de la OCS, especialmente en lo que respecta a la influencia en Asia Central. Rusia y China, a pesar de su deseo de formar un frente común ante las potencias occidentales, han sido históricamente rivales por la influencia en Asia Central, una región estratégica rica en recursos naturales y crucial para el transporte entre Europa y Asia. Las exrepúblicas soviéticas de Asia Central comparten lazos culturales, lingüísticos y económicos con Rusia, lo que ha generado tensiones en la región ante la competencia entre Rusia y China por el control y la influencia en estos países. En este sentido, la iniciativa china de las Nuevas Rutas de la Seda, un ambicioso proyecto de infraestructuras que busca fortalecer los lazos comerciales entre Asia y Europa, ha generado preocupaciones en Rusia, que ve amenazada su influencia en Asia Central por la creciente inversión china en la región. La cumbre en Astaná ha evidenciado las complejidades y rivalidades en juego en este escenario geopolítico, donde la lucha por la influencia y el poder se entrelaza con visiones contrapuestas sobre el orden mundial y la multipolaridad.