El ascenso imparable de la extrema derecha en Francia: ¿un cambio histórico en el horizonte político europeo?

El panorama político en Francia se encuentra en una encrucijada sin precedentes, con la extrema derecha liderada por Marine Le Pen, del partido Agrupación Nacional, a punto de conseguir una victoria histórica en las elecciones parlamentarias. El triunfo en la primera vuelta de estos comicios refleja un cambio profundo en las preferencias del electorado francés, así como el éxito de la estrategia de "des-demonización" de la extrema derecha, liderada por Le Pen durante la última década. La estrategia de "des-demonización" impulsada por Marine Le Pen ha sido fundamental para cambiar la percepción pública de su partido, que anteriormente estaba asociado con su padre, Jean-Marie Le Pen, un líder provocador con comentarios antisemitas que generaban un amplio rechazo en la sociedad francesa. Marine Le Pen se propuso suavizar las formas y pulir la voz de la extrema derecha, presentándola como una facción capaz de gobernar y con un enfoque renovado. El cambio de nombre del partido, pasando de Frente Nacional a Agrupación Nacional, y la adopción de un discurso más moderado han contribuido a la expansión del electorado del partido, atrayendo tanto a su base tradicional de obreros y desempleados como a sectores de la población con educación superior, ingresos, adultos mayores y jóvenes. Esta estrategia ha permitido que la extrema derecha se desmarque de la imagen negativa que la rodeaba y se posicione como una opción política aceptable para una parte significativa de la población. Sin embargo, persisten dudas sobre si este cambio en la imagen de la extrema derecha es puramente cosmético o representa un cambio de fondo en sus posturas. Aunque Agrupación Nacional ha suavizado su discurso en temas como el holocausto y el judaísmo, sigue manteniendo posturas antiinmigración y de proteccionismo económico, alineadas con la tendencia de la derecha populista en otros países europeos. El descontento de la población francesa con la gestión económica del presidente Emmanuel Macron ha sido un factor determinante en el ascenso de la extrema derecha. A pesar de que los datos macroeconómicos no son negativos, el poder adquisitivo de los franceses ha disminuido, lo que ha generado malestar y ha abierto espacio para propuestas críticas como las de Marine Le Pen, centradas en la situación económica de la mayoría de la población. El desgaste de los partidos tradicionales franceses y la falta de alternativas políticas efectivas también han contribuido al éxito de la extrema derecha. El panorama político actual refleja un cambio en la dinámica de poder en Francia, con la posibilidad de que Agrupación Nacional consiga la mayoría absoluta en la segunda vuelta de las elecciones, lo que podría llevar a la designación de Jordan Bardella, protegido y yerno de Marine Le Pen, como primer ministro. El ascenso de la extrema derecha en Francia no es un fenómeno aislado, sino que se enmarca en un contexto global de polarización y radicalización política. La normalización de partidos extremos en otros países europeos y el creciente descontento social ante crisis económicas y políticas han contribuido a fortalecer a movimientos como el de Marine Le Pen, que apelan a un electorado desencantado con las opciones tradicionales. El desenlace de estas elecciones parlamentarias marcará un hito en la historia política de Francia, con la posibilidad de que la extrema derecha acceda al poder de manera inédita en el país. El futuro político de Francia se encuentra en una encrucijada decisiva, donde la elección entre la coalición de izquierda y Agrupación Nacional representa dos caminos divergentes para el país. Los próximos días serán clave para determinar el rumbo político que tomará Francia y el impacto que tendrá en el escenario europeo y global.