San Marino: La singular república con dos jefes de Estado

San Marino: La singular república con dos jefes de Estado

San Marino: tradición y modernidad se entrelazan en su gobierno dual, con dos capitanes regentes compartiendo el poder. Su singularidad refleja un compromiso con la democracia y la estabilidad.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política 29.06.2024

En el corazón de la península itálica, rodeada por la grandeza de la Italia moderna, se encuentra la pequeña república de San Marino, un enclave de apenas 61 kilómetros cuadrados habitado por poco más de 30,000 personas. Con una historia que se remonta a siglos pasados, San Marino se erige como un testamento viviente de las antiguas ciudades-Estado que una vez dominaron la región. Sin embargo, a diferencia de sus contrapartes desaparecidas, San Marino ha persistido a lo largo de los años, conservando su independencia e identidad única. Es en este contexto singular que surge una de las características más peculiares de San Marino: su sistema de gobierno dual, donde dos jefes de Estado, conocidos como "capitanes regentes", comparten el poder y las responsabilidades de dirigir el país. Esta práctica, que se remonta al menos a 1243, tiene sus raíces en la necesidad de evitar la concentración excesiva de poder en una sola persona, siguiendo el modelo de la República Romana y sus cónsules. En palabras de la profesora Valentina Rossi, experta en historia de San Marino, esta peculiaridad política no solo es una cuestión de tradición, sino también una medida destinada a mantener un equilibrio de poder y evitar posibles abusos. En un país tan pequeño y estrechamente unido, la rotación semestral de los capitanes regentes no solo es una formalidad, sino también un recordatorio de los principios democráticos fundamentales en los que se basa la nación. A pesar de las críticas que puedan surgir acerca de la brevedad de su mandato, la elección de los capitanes regentes sigue siendo un proceso arraigado en la identidad y la historia de San Marino. Antiguamente seleccionados por sorteo, desde 1945 son elegidos por el Parlamento, reflejando así la voluntad popular a través de un sistema representativo. Esta reforma también redefinió el papel de los capitanes regentes, otorgándoles una función más ceremonial y simbólica, mientras que las responsabilidades ejecutivas recaen en los secretarios de Estado. Además de su función interna de control y representación parlamentaria, los capitanes regentes también desempeñan un papel crucial en la proyección internacional de San Marino. Como representantes del país ante organismos y organizaciones internacionales, su presencia a menudo plantea desafíos logísticos, como la asignación de asientos en reuniones diplomáticas. A pesar de estos obstáculos, los capitanes regentes cumplen con orgullo su deber de representar a San Marino en la arena mundial. En un gesto hacia la inclusión y la igualdad de género, San Marino ha avanzado en los últimos años en la participación de las mujeres en la política, permitiendo que estas ocupen cargos de liderazgo. Si bien la presencia de mujeres como capitanas regentes es una evolución relativamente reciente, representa un paso significativo hacia una mayor diversidad y representación en la esfera gubernamental. Con la esperanza de ver en un futuro próximo la elección de dos capitanas regentes, San Marino avanza hacia un horizonte de igualdad y progreso. En última instancia, la singularidad de San Marino como la única república del mundo con dos jefes de Estado no solo es un legado de su pasado histórico, sino también un símbolo de su firme compromiso con la democracia, la transparencia y la estabilidad política. A través de sus tradiciones arraigadas y su adaptación a los tiempos modernos, San Marino continúa desempeñando un papel único en el concierto de naciones, demostrando que la grandeza no siempre está ligada al tamaño, sino a la fortaleza de sus instituciones y al espíritu de su pueblo.

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