Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Las recientes declaraciones de Donald Trump respecto al Canal de Panamá han encendido una serie de alarmas en la comunidad internacional y, especialmente, en Panamá. A través de su plataforma Truth Social, Trump manifestó su intención de que Estados Unidos retome el control del canal, argumentando que las tarifas que los barcos estadounidenses deben pagar son "ridículas" y sugiriendo una influencia china que podría comprometer la seguridad de EE. UU. Esta postura ha generado una respuesta firme por parte del presidente panameño, José Raúl Mulino, quien afirmó que su país no cederá ni un metro de soberanía. La situación se complica al considerar el tratado Torrijos-Carter, firmado en 1977 por los entonces presidentes Jimmy Carter y Omar Torrijos, que establece la entrega de la soberanía del canal a Panamá. Antonio Camborda, un internacionalista peruano, sostiene que cualquier intento de Trump por modificar esta situación se encontraría con obstáculos legales y políticos significativos. “La violación de este tratado no es una opción viable para EE. UU. si se quiere mantener la credibilidad internacional”, apuntó Camborda en una reciente entrevista. La posibilidad de que EE. UU. denuncie el tratado no es tan simple como parece. Camborda explica que para que esto ocurra, el Congreso estadounidense tendría que involucrarse, requiriendo una aprobación tanto de la Cámara de Representantes como del Senado, donde hay republicanos y demócratas que podrían oponerse a dicha ruptura. Estas dinámicas políticas internas sugieren que la unidad del partido de Trump no es tan sólida como podría parecer en este asunto. Desde la perspectiva de Panamá, la situación es delicada, pero no irremediable. Camborda sugiere que el gobierno de Mulino podría aprovechar instancias internacionales, como la ONU y la Corte Internacional de Justicia en La Haya, para proteger su soberanía. Esto podría enviar un mensaje claro sobre la defensa de sus derechos como nación soberana y podría limitar las acciones unilaterales de EE. UU. Además, el argumento de Trump sobre la intervención china en el canal ha sido desestimado por analistas como Camborda, quien considera que esta afirmación carece de fundamento. "El Canal de Panamá es administrado de manera autónoma por el país", declaró, refutando la idea de que China tenga una influencia significativa en la operación del canal. La idea de una invasión militar a Panamá también surge en el debate. Camborda afirma que, mientras la situación es geopolíticamente delicada, una acción invasiva sería complicada por la estructura política interna de EE. UU., donde se requeriría la aprobación del Congreso, algo que no se garantizaría fácilmente. Las circunstancias actuales son muy diferentes a las de 1989, cuando se ejecutó una intervención militar en el país. La amenaza de Trump podría estar más alineada con su estilo provocador que con una intención real de actuar. Su historial de crear noticias y generar controversia sugiere que podría estar utilizando este tema como una distracción. "No creo que las declaraciones de Trump vayan más allá de una amenaza", afirma Camborda, quien insiste en que romper un tratado internacional es un proceso complicado y poco probable. La comunidad internacional observa con interés cómo se desarrolla esta situación. ¿Qué pasará si Trump decide persistir en su postura? La respuesta de Panamá será fundamental en el manejo de esta crisis potencial. Las acciones diplomáticas y la presión internacional jugarán un papel crucial para asegurar que la soberanía panameña no se vea comprometida. Mientras tanto, el canal sigue siendo una arteria vital para el comercio marítimo mundial. Cualquier intento de alteración en su control podría tener repercusiones económicas significativas no solo para Panamá, sino también para Estados Unidos y el comercio global en su conjunto. En este sentido, tanto la administración de Mulino como los actores políticos estadounidenses deberán actuar con cautela y responsabilidad. El futuro del Canal de Panamá, por ahora, parece seguro ante las amenazas de Trump, aunque la situación continúa siendo un recordatorio de la fragilidad de los acuerdos internacionales y la importancia de la diplomacia en la resolución de conflictos. La respuesta de Panamá y la postura del Congreso estadounidense serán determinantes en los próximos meses, y los ojos del mundo estarán puestos en cómo se resuelve este nuevo capítulo en las relaciones entre Panamá y Estados Unidos.