El fajín devaluado: crisis política y ética en el Perú

El fajín devaluado: crisis política y ética en el Perú

El fajín ministerial en Perú ha perdido su valor y prestigio, reflejando una crisis política y ética. Atraer talento al servicio público demandará un cambio profundo en el ejercicio del poder.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Política 19.02.2024
El fajín devaluado En el Perú, el fajín ministerial solía ser sinónimo de prestigio, competencia y dedicación al servicio público. Sin embargo, en los últimos tiempos, este símbolo de autoridad ha perdido su valor y su significado, convirtiéndose en un accesorio que cae en manos de personas carentes de méritos y compromiso con el país. Históricamente, los ministros peruanos provenían de las élites intelectuales, del establishment económico o de organizaciones sociales de base, lo que garantizaba un cierto nivel de competencia y lealtad hacia el cargo que ocupaban. Sin embargo, en la actualidad, nos encontramos con ministros que parecen haber obtenido su posición más por casualidad que por méritos propios. La falta de estabilidad en los cargos ministeriales ha contribuido a que muchos profesionales capacitados y con principios éticos prefieran mantenerse al margen de la gestión pública. La representación política se encuentra fracturada, los estímulos para dedicarse a la carrera política han disminuido y los costos personales de ocupar un cargo ministerial son altísimos. El deterioro de la política profesional se refleja no solo en la falta de perfiles idóneos para ocupar los ministerios, sino también en la ineficacia y la corrupción que han caracterizado a algunos de los últimos gobiernos. Ministros que se destacan más por su habilidad para esquivar responsabilidades que por sus logros en la gestión pública. La desvalorización del fajín ministerial se evidencia en instituciones emblemáticas como Torre Tagle, donde la decadencia política ha permeado incluso el Ministerio de Relaciones Exteriores. La falta de liderazgo y de una visión clara sobre el país han llevado a que los ministros sean considerados como simples marionetas de un sistema político en crisis. Ante esta situación, surge la pregunta de cómo atraer a los mejores talentos al servicio público. Más importante aún, deberíamos cuestionarnos por qué tantos peruanos calificados prefieren mantenerse al margen de los cargos de mayor responsabilidad política. La respuesta podría residir en la falta de incentivos, en la ausencia de líderes dispuestos a asumir sus errores y en la devaluación constante de un fajín que solía ser sinónimo de honor y dedicación. En conclusión, la devaluación del fajín ministerial en el Perú es un reflejo de la crisis política y ética que atraviesa el país. Recuperar el prestigio de estos cargos y atraer a los mejores talentos al servicio público requerirá un profundo cambio en la forma en que se concibe y se ejerce el poder en nuestra sociedad.
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