
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Política 30.01.2024
La semana pasada, el presidente Lula da Silva anunció una nueva política industrial para Brasil, en la que se destinarán US$60.000 millones en subsidios y créditos para apoyar a empresas nacionales y promover una transición ecológica. Sin embargo, el nacionalismo económico y las políticas industriales están en auge en todo el mundo, incluso en países desarrollados como Estados Unidos, donde el presidente Joe Biden está invirtiendo grandes cantidades de dinero en iniciativas energéticas y tecnológicas.
A pesar de esta tendencia, la política industrial ha demostrado tener un largo historial de fracaso. Numerosos estudios han concluido que estas políticas malgastan recursos, fomentan la corrupción, distorsionan el mercado y promueven la búsqueda de favores estatales en lugar de la innovación y la productividad.
Resulta irónico que Lula haya decidido revivir la política industrial a pesar de las crisis que enfrenta China, que hasta hace poco era un modelo admirado de desarrollo dirigido por el Estado debido a sus políticas industriales. Además, Brasil tiene una pobre historia en este ámbito, con gobiernos anteriores del mismo partido de Lula que culminaron en casos de corrupción en todo el continente.
Economistas brasileños señalan que hay muchos ejemplos de fracasos de la política industrial en Brasil, mientras que los casos de éxito son escasos y efímeros. La industria automotriz, por ejemplo, sigue recibiendo subsidios y protecciones, pero no ha logrado exportar más allá del Mercosur y no sería competitiva a nivel nacional sin la protección estatal.
Entonces, ¿por qué se elige este camino a pesar del evidente fracaso? Hay demanda de favores políticos y también académicos que desconfían del mercado y justifican un mayor papel estatal. Uno de los promotores del estado empresarial es Mariana Mazzucato, quien asesora al gobierno brasileño. Sin embargo, muchas de las afirmaciones de Mazzucato han sido desmentidas, como su teoría de que el Estado concibió e financió Internet. La historia demuestra que varias personas del sector privado imaginaron algo similar a Internet antes de que el gobierno interviniera, y el proyecto gubernamental inicial no tenía como objetivo crear Internet, sino conectar computadoras.
En resumen, la innovación surge de manera inesperada y muchas veces a través de tropiezos, y no como resultado de una planificación estatal. La política industrial, a pesar de su popularidad actual, ha demostrado ser ineficaz y generar más problemas que soluciones.
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