Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Este martes, un nuevo sismo de magnitud 4,2 en la escala de Richter sacudió la provincia de Granma, en el este de Cuba, en un momento en que la región todavía enfrenta las secuelas de recientes desastres naturales. El movimiento telúrico tuvo lugar a las 6:11 de la mañana (11:11 GMT) y su epicentro se localizó a aproximadamente 20,5 kilómetros al suroeste del municipio Pilón, la localidad más cercana a los fuertes terremotos que impactaron la zona el 10 de noviembre, cuando se registraron magnitudes de 6,4 y 6,7. El Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais) ha informado que el sismo fue perceptible en varias localidades de Granma, así como en los municipios de Guamá y Santiago de Cuba, lo que ha generado una creciente preocupación entre los habitantes que aún están recuperándose de los efectos devastadores de los recientes temblores. Hasta ahora, las autoridades no han reportado daños materiales ni víctimas tras el movimiento de este martes, lo que ha llevado a muchos a cuestionar la capacidad de la respuesta estatal ante situaciones de emergencia. Los sismos del 10 de noviembre causaron ya estragos significativos, dejando a 10 personas heridas y más de 8.600 viviendas afectadas en la región. Entre estas, 156 sufrieron derrumbes totales y cerca de 6.000 experimentaron daños menores, según un informe preliminar del Gobierno. La magnitud de los estragos ha llevado a que la recuperación se considere un proceso arduo y prolongado, incrementando la ansiedad de los residentes que aún luchan por regresar a la normalidad. Desde el 10 de noviembre, se han registrado unas 4.559 réplicas en la misma área, un dato que subraya la inestabilidad geológica que caracteriza a la región. El Cenais ha indicado que al menos 106 sismos han sido percibidos en las cercanías del epicentro, lo que ha mantenido alerta a la población. Esta situación se agrava aún más debido a que el este de Cuba aún se recupera de la devastación provocada por el huracán Óscar, que dejó un saldo trágico de ocho muertes, inundaciones, y numerosos daños materiales. La falla geológica Oriente, la principal zona de actividad sísmica en Cuba, ha sido responsable de la mayoría de los movimientos telúricos en el país. En 2023, se registraron un total de 7.475 temblores, de los cuales 14 fueron perceptibles, con magnitudes que variaron entre menos de 3 y hasta 5,9. Esta estadística despierta inquietud entre los expertos y ciudadanos, quienes se preguntan sobre la preparación del país para enfrentar una actividad sísmica que parece no dar tregua. La situación de emergencia se complica aún más debido a la crisis económica que golpea al país caribeño desde hace varios años. La dictadura cubana ha anticipado que el Producto Interno Bruto (PIB) sufrirá una contracción en 2024, afectado por los recientes desastres naturales, así como por la prolongada crisis energética. Este contexto económico ha llevado a que las autoridades enfrenten enormes desafíos para brindar asistencia a los afectados y reconstruir las comunidades dañadas. Los impactos económicos de la crisis son palpables en la vida cotidiana de los cubanos, donde muchos se ven obligados a lidiar con una inflación galopante y un déficit creciente. A pesar de que el Gobierno ha implementado algunas medidas para corregir distorsiones, estas no parecen ser suficientes para revertir la situación de deterioro que aqueja al país. La falta de recursos económicos y la infraestructura debilitada dificultan aún más cualquier esfuerzo de recuperación. En medio de esta adversidad, la solidaridad entre los ciudadanos se ha vuelto un pilar fundamental. Las comunidades se organizan para apoyarse mutuamente en la rehabilitación de viviendas y la atención a los heridos, mientras que la esperanza se convierte en un recurso vital. Sin embargo, la falta de una respuesta efectiva por parte del Gobierno genera desconfianza y frustración entre aquellos que esperan una atención rápida y adecuada a sus necesidades. El futuro de Cuba, en medio de estos desastres naturales y una crisis económica profunda, es incierto. La combinación de sismos, huracanes y una economía en recesión deja a millones de cubanos en una situación vulnerable, esperando que las autoridades tomen medidas efectivas para garantizar su seguridad y bienestar. En un país donde los desastres naturales parecen ser cada vez más frecuentes, la resiliencia y la preparación son más importantes que nunca.