Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La jornada electoral que se vive hoy en Estados Unidos se presenta como un hito en la historia política del país, con las figuras de Kamala Harris y Donald Trump en una lucha cerrada por la presidencia. La paridad en los sondeos refleja la fragmentación social que atraviesa a la nación, donde cada candidato representa visiones opuestas sobre el futuro, tanto en el ámbito interno como externo. En este juego de poder, el resultado podría definir no solo la política doméstica, sino también el lugar de Estados Unidos en el escenario global. Harris y Trump han establecido posturas diametralmente opuestas en temas fundamentales, desde la economía hasta la inmigración. Mientras que la vicepresidenta demócrata promueve una visión progresista que busca una mayor inclusión social y económica, el expresidente republicano aboga por políticas más restrictivas. En el ámbito de la inmigración, el enfoque de Harris se centra en la regularización y el apoyo a las comunidades, mientras que Trump plantea medidas severas para contener el flujo migratorio. El impacto de estas elecciones se siente con fuerza en el contexto internacional. Las diferencias de ambos candidatos se extienden a cuestiones cruciales como la crisis en Medio Oriente, la invasión de Rusia a Ucrania, y el cambio climático. Trump ha manifestado su intención de reducir la asistencia militar a Ucrania y promover una postura más agresiva hacia Israel en su lucha contra Hamas, mientras que Harris promete continuar el apoyo a Ucrania y adoptar una posición más equilibrada respecto a los conflictos en el Medio Oriente. Los siete estados clave son el centro de atención en esta contienda. Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Michigan, Arizona, Wisconsin y Nevada pueden decidir quién será el próximo inquilino de la Casa Blanca. Estos territorios, con sus diversas composiciones sociales y demográficas, se han convertido en campos de batalla donde ambos candidatos han invertido esfuerzos significativos en su campaña. Las estrategias utilizadas en cada estado son un reflejo de la polarización que enfrenta el país. Un evento polémico ha marcado la campaña de Trump en los últimos días. Durante un acto en el Madison Square Garden, el humorista Tony Hinchcliffe hizo comentarios despectivos sobre Puerto Rico, lo que ha generado un fuerte rechazo y podría costarle votos en un estado crucial como Pensilvania, donde residen más de 400,000 puertorriqueños. La descalificación de Hinchcliffe ha puesto a Trump en una situación delicada, justo cuando su campaña necesitaba consolidar apoyos en comunidades clave. Por su parte, Harris también enfrenta desafíos significativos, sobre todo en Michigan, donde la comunidad árabe ha expresado su descontento con la postura del gobierno de Biden respecto a Israel tras los recientes ataques de Hamas. Esta situación ha puesto en jaque las posibilidades de la vicepresidenta de consolidar su victoria en un estado que históricamente ha respaldado a los demócratas. La batalla electoral se desarrolla en un clima de intensa polarización, y las campañas han inundado el espacio mediático con anuncios en televisión y redes sociales, buscando capturar la atención de los votantes indecisos. Ninguno de los candidatos ha logrado establecer una ventaja clara, lo que hace que el desenlace de hoy sea incierto y dramático. Las elecciones de hoy no solo determinarán al próximo presidente, sino que también marcarán la pauta de las políticas que moldearán el futuro inmediato de Estados Unidos. La posibilidad de que Harris se convierta en la primera mujer presidenta añade un elemento histórico a esta contienda. Por otro lado, si Trump logra resurgir, rompería un ciclo de 131 años en el que un expresidente no ha vuelto a ser reelegido tras haber perdido. A medida que se cierran las urnas, el mundo observa con atención. La victoria de cualquiera de los dos contendientes puede llevar a un cambio profundo en la política exterior estadounidense, con implicaciones que se sentirían en todos los rincones del planeta. La tensión geopolítica en relación a Rusia, China y el conflicto en Medio Oriente se vería afectada en función de quién asuma el cargo. Hoy, más que nunca, está en juego no solo el destino político de Estados Unidos, sino también su rol en un mundo cada vez más interconectado y conflictivo. La elección de Kamala Harris o Donald Trump no solo será un reflejo de la voluntad del pueblo estadounidense, sino que también puede sentar las bases de cómo se gestionarán las relaciones internacionales en una era de desafíos sin precedentes. El futuro de la nación y del mundo está en manos de los votantes, y el impacto de esta elección será difícil de sobreestimar.