Ubuntu: La clave para reconstruir la comunidad y el bienestar en el Perú

Ubuntu: La clave para reconstruir la comunidad y el bienestar en el Perú

La filosofía africana del ubuntu resuena en Perú, resaltando la importancia de la interconexión y el bienestar colectivo frente al individualismo.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Política 13.04.2025

La filosofía africana del ubuntu, que se traduce literalmente como "humanidad hacia otros", resuena profundamente en el contexto actual del Perú. A través de su esencia, que aboga por la interconexión y el bienestar colectivo, se nos recuerda que, en un mundo donde el individualismo parece cobrar fuerza y protagonismo, es vital reflexionar sobre nuestro papel dentro de la comunidad. La idea de que "yo soy porque nosotros somos" es más que una simple declaración; es un llamado a la acción que resalta la importancia de la cooperación y la empatía en un entorno social y económico interdependiente. En un mundo donde la vida moderna y las exigencias diarias tienden a fomentar una mentalidad centrada en el beneficio personal, resulta alarmante observar la falta de participación en la esfera pública. Una reciente encuesta de Datum resalta que un asombroso 78% de los peruanos no se siente dispuesto a involucrarse en políticas públicas. Esta desconexión no solo implica una desconfianza hacia las instituciones, sino también un abandono de la responsabilidad colectiva que nos une como sociedad. La política, en lugar de ser vista como un mecanismo de construcción social, se ha convertido en un espacio ajeno y negativo para muchos, lo que impide la creación de un futuro compartido. El deterioro del tejido social se ve reflejado en comportamientos cotidianos. Desde el tráfico caótico en las ciudades, donde cada conductor está más enfocado en su propio avance que en el bienestar del colectivo, hasta la ocupación indebida del espacio público, los actos del día a día revelan una cultura que prioriza lo individual sobre lo común. La invasión de veredas por comerciantes informales o el arrojo de basura en las calles son solo síntomas de un problema más profundo: la falta de conciencia sobre nuestra interdependencia y cómo nuestras acciones afectan a otros. El ámbito empresarial no escapa de esta realidad. A pesar de que un estudio de Capitalismo Consciente señala que el 67% de los ejecutivos cree que el empresariado debe involucrarse en política, un impactante 65% de ellos nunca ha actuado en consecuencia. Este desajuste refleja una desconexión entre la responsabilidad que sienten y la acción que emprenden. Las empresas deben entender que su papel va más allá de la mera generación de utilidades; su compromiso con la sociedad debe materializarse a través de la participación activa en la comunidad, apoyando iniciativas que busquen el bienestar colectivo y estableciendo un diálogo constructivo con las comunidades que influyen. La crisis de representatividad y confianza en el ámbito político resulta ser una consecuencia de esta falta de visión colectiva. Los partidos políticos, que deberían ser plataformas para la construcción de consenso y el servicio público, a menudo se convierten en vehículos para intereses personales o agendas a corto plazo. Esta realidad socava la noción de la política como un espacio de cooperación y construcción, lo que resulta en un alejamiento de los valores de ubuntu que tan necesarios son para nuestra sociedad. La reconstrucción de una cultura que abrace la filosofía de ubuntu exige un esfuerzo consciente y coherente. No se trata solo de discursos grandilocuentes o campañas institucionales, sino de fomentar prácticas cotidianas que refuercen la confianza, el respeto y un sentido de corresponsabilidad entre los ciudadanos. Es fundamental que tanto individuos como instituciones se comprometan a actuar de manera que promuevan el bienestar colectivo en lugar de la satisfacción personal. El Perú enfrenta un desafío urgente: reencontrarse con la idea de comunidad y reconocer que el individualismo extremo ha conducido a la fragmentación y desconfianza. La necesidad de recuperar la conciencia de que somos parte de un mismo proyecto social nunca ha sido tan apremiante. La enseñanza de ubuntu es clara: el bienestar individual no puede sostenerse si el colectivo está roto. Es en el reconocimiento y la valoración del otro donde se encuentra la verdadera clave para avanzar como sociedad. La responsabilidad no solo recae en los ciudadanos, sino que también se extiende a las empresas y a los líderes políticos. La invitación a la acción es amplia y multidimensional; construir un futuro compartido requiere de un compromiso genuino de todos los actores. Solo a través de un cambio de mentalidad, que priorice el bien común sobre el interés personal, podremos empezar a sanar las fracturas de nuestra sociedad. El camino hacia la construcción de un Perú más justo y solidario pasa, sin duda, por adoptar la filosofía de ubuntu en nuestras vidas diarias. Es momento de cuestionar nuestras acciones y sus repercusiones en la comunidad. La transformación comienza con el reconocimiento de que todos estamos conectados y que solo a través de la cooperación y el respeto mutuo podremos enfrentar los retos que se nos presentan. Como comunidad, debemos abrazar la interdependencia y trabajar juntos para forjar un futuro en el que cada uno se sienta parte de un todo, donde el progreso de uno sea, en última instancia, el progreso de todos.

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