
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




La situación en la frontera entre Estados Unidos y México ha experimentado un cambio radical en los últimos años. Desde el caos y la aglomeración de migrantes en busca de mejores oportunidades en Estados Unidos, el panorama se ha tranquilizado significativamente, con una notable disminución en los cruces ilegales. Esta transformación se ha atribuido principalmente a las estrictas políticas implementadas por la administración del presidente Donald Trump, que han llevado a un descenso en los números de migrantes tanto en la frontera como en tránsito desde otros países. Las estadísticas son reveladoras. En febrero, la Patrulla Fronteriza reportó que las detenciones de migrantes que intentan cruzar ilegalmente la frontera se redujeron a 8,347, una cifra que contrasta drásticamente con el récord de más de 225,000 detenciones registradas en diciembre de 2023. Esta tendencia hacia la baja ha generado un respiro en los albergues para migrantes, que anteriormente se encontraban saturados, y muchos de ellos han quedado vacíos. Sin embargo, este descenso no ha sido solo el resultado de la política de Trump, sino también de las restricciones impuestas por la administración Biden, que intentó pacificar la situación en la frontera hacia el final de su mandato. El nuevo enfoque que Trump ha adoptado se caracteriza por una serie de tácticas severas, que incluyen la suspensión del asilo para quienes buscan refugio a través de la frontera sur, el despliegue de soldados para disuadir a los migrantes y una presión constante sobre los gobiernos de América Latina para que adopten medidas más estrictas. Eunice Rendón, coordinadora de Agenda Migrante, ha señalado que estas políticas han creado un ambiente de miedo entre las familias migrantes, que ahora piensan dos veces antes de intentar cruzar hacia Estados Unidos. Mientras tanto, los efectos de estas políticas se sienten no solo en la frontera, sino también en las rutas migratorias en otras partes de la región. El Tapón del Darién, un paso complicado entre Sudamérica y Centroamérica, ha visto caer drásticamente el número de migrantes que intentan llegar a Estados Unidos, pasando de más de 37,000 en el año anterior a solo 408 en febrero de este año. Este cambio puede ser motivo de celebración para aquellos que abogan por una reducción en la migración, pero plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de tales medidas a largo plazo. Los críticos de estas políticas han argumentado que, aunque es posible ver una reducción en los números, las tácticas severas de Trump no abordan las causas fundamentales de la migración. La pobreza, la violencia y la inestabilidad en los países de origen de estos migrantes siguen siendo problemas apremiantes que no se resuelven con medidas represivas. A medida que se intensifican las sanciones y las restricciones económicas, especialmente en países como Venezuela y Cuba, los expertos advierten que es probable que estas acciones desencadenen un nuevo éxodo de migrantes en busca de seguridad y oportunidades. A pesar de las preocupaciones sobre la efectividad de las políticas de línea dura, muchos en Estados Unidos están cambiando su perspectiva sobre la migración. La narrativa política ha evolucionado, y aquellos que antes defendían políticas más inclusivas están quedando en silencio frente a la presión pública. Algunos gobernadores demócratas, ante un clima de creciente indignación, están empezando a explorar formas de colaboración en la implementación de las leyes migratorias. Sin embargo, la situación para los migrantes en México es compleja. Muchos de ellos, que inicialmente tenían la intención de cruzar a Estados Unidos, ahora se encuentran reconsiderando sus opciones. Una encuesta reciente reveló que el 44% de los migrantes encuestados preferiría quedarse en México en lugar de arriesgarse a cruzar la frontera. Esta decisión, mientras que puede parecer una alternativa más segura, presenta sus propios desafíos, ya que los migrantes enfrentan enormes obstáculos para acceder al empleo en un país que no les proporciona un estatus legal claro. En medio de esta incertidumbre, las promesas de Trump de aumentar las deportaciones masivas y de invocar leyes anticuadas para acelerar la expulsión de inmigrantes indocumentados generan un ambiente de angustia entre aquellos que buscan protección. Las comparaciones con la "Operación Espalda Mojada" de la década de 1950 están surgiendo, sugiriendo que las tácticas actuales pueden no ser solo temporales, sino que podrían sentar un precedente para futuras políticas migratorias en Estados Unidos. El panorama es, sin duda, complejo y cambiante. A medida que las políticas de Trump continúan tomando forma, y a medida que los flujos migratorios siguen fluctuando, la pregunta crucial que queda es si esta reducción en los cruces fronterizos será sostenible y si realmente abordará las raíces de la migración o simplemente trasladará el problema de un lugar a otro. La evolución de esta situación tendrá un impacto significativo en la política migratoria no solo en Estados Unidos, sino también en toda América Latina, donde las decisiones que se tomen hoy pueden reverberar por años.