El Precipicio de América: Redescubriendo la América que Ronald Reagan Amaba

El Precipicio de América: Redescubriendo la América que Ronald Reagan Amaba

América a través de los ojos de la hija de Ronald Reagan: Reflexionando sobre el amor de su padre por la nación, Patti Davis explora el camino hacia la sanación y la unidad en su próximo libro.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Política 12.02.2024
Opinión | Estados Unidos a través de los ojos de la hija de Ronald Reagan La noche antes de que mi padre, Ronald Reagan, falleciera, me senté a su lado, escuchando su respiración agitada. Estaba muy lejos del hombre fuerte y atlético que conocía, el hombre que montaba a caballo y construía cercas en nuestro rancho. El hombre que audazmente declaró: "Señor Gorbachov, derribe este muro". Mientras escuchaba, el tiempo y la historia se entrelazaban dentro de mí, mezclando recuerdos lejanos con realidades más recientes. No pude evitar reflexionar sobre los diez años que la enfermedad de Alzheimer le había robado, y mi propia determinación de superar mis disputas infantiles y abrazar la madurez. Pero incluso mientras forjaba mi propio camino, no podía olvidar cómo era ser su hija. No podía olvidar la envidia que bullía dentro de mí mientras él dedicaba su atención a Estados Unidos y sus problemas. La política siempre dominaba nuestras conversaciones en la mesa, y yo lo despreciaba. Quería hablar del matón en el autobús escolar, no de los supuestos peligros del gobierno grande. Sin embargo, a pesar de mi resentimiento, es el amor de mi padre por Estados Unidos lo que más extraño. Cada vez que sonaba "América la Bella", las lágrimas afloraban en sus ojos. No era solo sentimentalismo; él entendía la fragilidad de la democracia, lo fácil que podría derrumbarse. Contaba historias del descenso de Alemania hacia la dictadura, advirtiéndome sobre los peligros del poder descontrolado. Oh, cómo anhelo pedirle orientación en estos tiempos divisivos. ¿Cómo puede Estados Unidos escapar de las garras de la ira y el odio? ¿Cómo podemos romper el ciclo de violencia, tanto física como verbal? ¿Cómo podemos cerrar las brechas abismales que nos separan y superar la partidización tóxica que lleva a los funcionarios electos a faltarle el respeto al presidente durante el discurso del Estado de la Unión? Cuando mi padre fue disparado, Tip O'Neill, su acérrimo oponente político y Presidente de la Cámara de Representantes, entró en su habitación de hospital y se arrodilló para rezar con él, recitando el Salmo 23. Hoy en día, tal gesto parece imposible, como si hubiéramos perdido nuestra capacidad de encontrar puntos en común en medio de nuestras diferencias. Si mi padre estuviera aquí hoy, creo que lloraría por Estados Unidos. Lamentaría el estado fracturado de nuestra nación y la erosión de la civilidad que él apreciaba tanto. Pero también nos instaría a encontrar nuestro camino de regreso, a redescubrir los valores que alguna vez hicieron grande a este país. En mi próximo libro, "Querida Mamá y Papá: Una carta sobre la familia, la memoria y el Estados Unidos que alguna vez conocimos", exploro precisamente estas preguntas. Mientras rememoro el legado de mi padre, me esfuerzo por encender una chispa de esperanza, una esperanza de que podemos sanar y reconstruir, así como él lo hizo cuando se paró frente al Muro de Berlín, instando a su destrucción. Estados Unidos se encuentra en un precipicio y el camino por delante es incierto. Pero creo que si recordamos las lecciones que mi padre nos enseñó, si abrazamos la compasión y buscamos la unidad, podemos recuperar el Estados Unidos que alguna vez conocimos, un Estados Unidos que mi padre amaba profundamente.
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