El nuevo gobierno de Nueva Zelanda, inclinado hacia la derecha, enfrenta críticas por revertir políticas progresistas, desatando una guerra cultural.

El nuevo gobierno de Nueva Zelanda, inclinado hacia la derecha, enfrenta críticas por revertir políticas progresistas, desatando una guerra cultural.

El nuevo gobierno de Nueva Zelanda, de tendencia derechista, liderado por el primer ministro Christopher Luxon, está enfrentando críticas por revertir rápidamente políticas populares entre los progresistas durante el mandato de Jacinda Ardern. El desmantelamiento de la Autoridad de Salud Māori, la reducción del uso del idioma Māori y el levantamiento de las restricciones de venta de tabaco han generado acusaciones de ser "anti-Māori". Los líderes Māori están exigiendo responsabilidad y organizando manifestaciones a nivel nacional. Luxon defiende su compromiso de mejorar los resultados para los Māori, pero se enfrenta a críticos que argumentan que estas políticas faltan al respeto a la cultura indígena. La insatisfacción con el legado de Ardern, incluyendo proyectos de infraestructura fallidos y principios de cogobierno controvertidos, contribuyeron a la elección de Luxon. El panorama político en Nueva Zelanda está marcado ahora por una guerra cultural entre conservadores y progresistas.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Política 17.12.2023
El nuevo gobierno de derecha de Nueva Zelanda, liderado por el primer ministro Christopher Luxon, ha enfrentado críticas por sus rápidos esfuerzos para revertir políticas que eran populares entre los progresistas durante el mandato del exlíder Jacinda Ardern. Estos movimientos, que incluyen desmantelar la Autoridad de Salud Māori, reducir el uso del idioma Māori y levantar restricciones en las ventas de tabaco, han provocado acusaciones de ser "anti-Māori". En respuesta, los líderes Māori han pedido responsabilidad y han organizado manifestaciones a nivel nacional contra las acciones del gobierno. Luxon defiende el compromiso de su gobierno de mejorar los resultados para los Māori, pero enfrenta presión de los críticos que argumentan que estas políticas son regresivas y faltan al respeto a la cultura indígena. La reacción en contra del gobierno de Luxon surge como resultado de la insatisfacción con el legado doméstico de Ardern, que incluye proyectos de infraestructura fallidos, controversias en torno a la expansión de los principios de cogobierno y protestas contra legislaciones dirigidas a reducir las emisiones agrícolas. El gobierno de coalición formado por el Partido Nacional de Luxon, New Zealand First y ACT New Zealand había prometido revertir algunas de las políticas de Ardern durante sus campañas previas a las elecciones. El plan de 100 días presentado por los socios de la coalición detalla sus intenciones de revertir iniciativas que benefician a los Māori, como la Autoridad de Salud Māori y la prohibición de la venta de cigarrillos a jóvenes. Los críticos del gobierno de Luxon, incluyendo organizaciones Māori como la Liga de Bienestar de las Mujeres Māori, expresan preocupación por la falta de evidencia y consulta detrás de estos cambios de política. Argumentan que las decisiones del gobierno deben estar impulsadas por las necesidades y deseos de la población Māori y que desmantelar instituciones y programas establecidos obstaculizará el progreso. Richard Shaw, profesor de política, describe al gobierno de Luxon como el más explícitamente anti-Māori que ha presenciado, resaltando la naturaleza inestable y controvertida del panorama político actual en Nueva Zelanda. A pesar de la oposición, Luxon sostiene que su gobierno está comprometido con mejorar los resultados para los Māori y desestima las críticas como injustas. El clima político en Nueva Zelanda se caracteriza por una guerra cultural entre fuerzas conservadoras y progresistas. Mientras el gobierno de Luxon enfrenta presión de socios de coalición que tradicionalmente se han opuesto a la representación Māori y a los principios de cogobierno, el derrotado Partido Laborista también lidia con su menor estatura y la necesidad de reposicionarse. El sistema de votación proporcional mixto en Nueva Zelanda asegura que los partidos rara vez gobiernen solos, lo que lleva a compromisos y desafíos en la implementación de políticas. A medida que los líderes Māori y sus aliados continúan movilizándose contra las acciones del gobierno, la lucha por la identidad y el progreso Māori sigue siendo una batalla en curso en Nueva Zelanda.
Ver todo Lo último en El mundo