El día incontrolable de Trump en el tribunal: Un paseo de montaña rusa lleno de drama, desafío y desesperación.
El ex presidente Donald Trump tuvo un día lleno de acontecimientos en el tribunal durante su juicio civil por fraude, donde el juez Arthur Engoron luchó por controlarlo. Las frustraciones de Engoron fueron evidentes mientras lidiaba con un testigo indisciplinado que se jactaba de su riqueza, lanzaba ataques políticos y presentaba argumentos ilógicos. Surge la pregunta: ¿puede alguien controlar a Trump? Engoron reflexionó sobre esto e incluso amenazó con despedir a Trump del estrado de testigos. Sin embargo, parece muy poco probable que alguien pueda controlar al ex presidente. La defensa de Trump en el juicio ofreció un vistazo de lo que podemos esperar en las elecciones de 2024, entrelazado con sus problemas legales. A pesar del caos, Trump sigue siendo una fuerza a tener en cuenta, negándose a ser domado.
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Bueno, bueno, bueno, parece que el ex presidente Donald Trump tuvo un día bastante movido en el tribunal. El juez Arthur Engoron, quien presidió el juicio civil por fraude de Trump, intentó desesperadamente controlarlo sin éxito. El ruego de Engoron reflejaba su frustración ante un testigo inmanejable que se jactaba de sus montones de dinero, lanzaba ataques políticos incisivos y expresaba una lógica única e ilógica. Pero seamos honestos, ¿alguien puede realmente controlar a Trump? La respuesta, mis amigos, es un rotundo no.
Engoron, en un momento de introspección, tocó una pregunta más profunda que definirá el lugar de Trump en la historia. ¿Alguien puede controlarlo? ¿Puede algún abogado imponer la disciplina que los controles y equilibrios constitucionales no pudieron durante su tiempo en el cargo? Parece altamente improbable. Engoron incluso amenazó con despedir a Trump del estrado de testigos, pero decidió dejar que la tormenta continuara, esperando que se apaciguara por sí sola. Advertencia de spoiler: nunca lo hace.
La defensa de Trump en el juicio por fraude nos dio una idea de lo que podemos esperar en la temporada electoral de 2024. Prepárense porque es probable que esté enredado en sus enormes problemas legales. Pero también arrojó luz sobre por qué sus seguidores lo adoran. Se niega a ceder un ápice a sus enemigos, desprecia a las figuras de autoridad de la Costa Este y tiene un lugar especial en su corazón para los códigos sociales liberales. Su testimonio mostró cómo podría intentar cautivar y confundir a los jurados en sus próximos juicios penales. Es un espectáculo que no querrán perderse.
El día de Trump en el tribunal estuvo lleno de drama, insultos y su distintiva destreza lingüística. Incluso logró inyectar humor en los procedimientos, haciendo comentarios ingeniosos sobre castillos y campos de golf. Desafortunadamente, sus seguidores no pudieron presenciar el espectáculo, ya que el juicio no fue televisado. Pero habrían reconocido al bulldozer en el estrado de testigos, la misma persona que lo convirtió en un ex presidente destituido dos veces, acusado cuatro veces y que dejó Washington en desgracia. La estrategia legal de Trump reflejó su estrategia política: no admitir nada y considerar cualquier crítica como prueba de un vasto y injusto complot en su contra. Todo forma parte de su plan para convertir su responsabilidad en una campaña alimentada por un complejo de mártir, con el objetivo de recuperar los poderes presidenciales y alejar sus problemas legales. Solo el tiempo dirá si tiene éxito.
Una cosa es segura, el día de Trump en el tribunal fue un paseo en montaña rusa lleno de interrupciones, discusiones con el juez y una constante batalla por el control. Pero al final, el juez tendrá la última palabra. Engoron ya ha dictaminado que Trump, sus dos hijos adultos y la Organización Trump son responsables de fraude al inflar su riqueza. El juicio continuará para determinar las reclamaciones relacionadas y decidir la restitución y posibles prohibiciones comerciales en Nueva York. Si Trump se ayudó o se perjudicó con su defensa es motivo de debate, pero una cosa es segura: sigue siendo una fuerza a tener en cuenta, renuente a ser domado.