La resistencia de la Corte Suprema a un código de conducta plantea preguntas: los demócratas planean emitir citaciones en medio de la controversia sobre regalos.
Los jueces de la Corte Suprema en Estados Unidos se han mostrado reacios a implementar un código de conducta formal, pero eventos recientes podrían obligarles a hacerlo. Los demócratas del Comité Judicial del Senado están considerando emitir citaciones para conservadores adinerados que han otorgado regalos lujosos al juez Clarence Thomas sin que él los haya revelado. Sin reglas claras, es difícil determinar qué obligaciones tienen los jueces o qué debería ser revelado al público. El presidente del Comité Judicial del Senado, Dick Durbin, está criticando a la Corte por su falta de un código de conducta y exigiendo respuestas. El público está cada vez más frustrado y, si la Corte no actúa, el Congreso podría intervenir con sus propias reglas. Es hora de que los jueces aborden este problema antes de que se agrave aún más.
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Los jueces de la Corte Suprema, esas personas poderosas que tienen influencia sobre la vida de los estadounidenses, han sido obstinadamente reacios a la idea de adoptar un código de conducta formal. A pesar de las recientes indicaciones de que finalmente podrían estar abiertos a la idea, su historial de no hacer nada sugiere que cualquier cambio real no vendrá de ellos en el corto plazo.
Esta demora en implementar un código de conducta ha tenido consecuencias. Los demócratas del Comité Judicial del Senado ahora planean emitir citaciones judiciales para tres conservadores adinerados, incluido el magnate inmobiliario Harlan Crow, quien ha obsequiado a la jueza Clarence Thomas con lujosos regalos y viajes, ninguno de los cuales Thomas se molestó en revelar. ¿Y sabes qué? Sin un conjunto claro de reglas que seguir, es difícil saber qué obligaciones tienen estos jueces o qué deberían revelar al público.
El presidente del Comité Judicial del Senado, Dick Durbin, no está satisfecho, por decir lo menos. Está criticando a la Corte Suprema por su falta de un código de conducta aplicable y exigiendo respuestas sobre estos regalos y si han influido en las decisiones del tribunal. El presidente de la Corte Suprema, John Roberts, ha guardado silencio sobre el asunto, enfrentando presiones tanto desde dentro como desde fuera del tribunal para reformar el sistema o dejarlo como está.
Seamos realistas, sin algunas pautas por escrito, estamos en la oscuridad acerca de lo que hacen estos jueces. Rara vez explican por qué se apartan de ciertos casos o por qué eligen permanecer en otros que podrían presentar conflictos de interés. Los jueces Elena Kagan y Samuel Alito han ofrecido opiniones diferentes sobre la necesidad de reglas formales, mientras que la jueza Amy Coney Barrett piensa que es una buena idea, pero afirma que ya se adhieren a los más altos estándares éticos.
El público está cansado de esta falta de claridad, especialmente con los recientes informes de los medios de comunicación que exponen conductas cuestionables de los jueces fuera del estrado. La escrutinio simplemente no desaparecerá, y si la Corte Suprema no toma medidas y resuelve este lío, es posible que el Congreso intervenga e imponga sus propias reglas. Así que, jueces, es hora de prestar atención y resolver este desorden antes de que sea demasiado tarde.