Una cuenta pendiente por más de 30 años

Una cuenta pendiente por más de 30 años

El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, fue abatido por Israel. La organización terrorista orquestó el ataque a la embajada de Israel en Buenos Aires y el atentado a la AMIA. Desde entonces, llevamos sobre nosotros el duelo, el dolor de las víctimas, los heridos y el deseo de ver que se haga justicia

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Guerra 15.10.2024

La reciente eliminación de Hassan Nasrallah, líder de la organización terrorista Hezbollah, por parte de la Fuerza Aérea israelí, marca un hito que muchos consideran el cierre de una herida que ha estado abierta por más de tres décadas. Este hecho ha resonado profundamente en quienes vivieron de cerca el terror que el grupo ha sembrado, especialmente en Argentina, donde los atentados a la Embajada de Israel en 1992 y a la AMIA en 1994 dejaron un legado de dolor y búsqueda de justicia que aún perdura.


Daniel e Itzik, dos hombres cuyos destinos se entrelazaron a través del sufrimiento, han compartido su historia personal en este contexto. Daniel, que perdió a su esposa y madre de sus cinco hijos en el atentado de la Embajada, y Itzik, sobreviviente del ataque a la AMIA, han vivido en carne propia el impacto devastador de la violencia extremista. Su encuentro reciente, tras el horror del ataque del 7 de octubre de 2023 por parte de Hamas, ha renovado su compromiso por la justicia y la paz.


El ataque de Hamas, que resultó en la muerte de más de 1200 personas, ha dejado una marca imborrable en la sociedad israelí y en el mundo. Este acto de barbarie no solo afectó a ciudadanos israelíes, sino que también se cobró la vida de personas de diversas nacionalidades, lo que subraya la naturaleza indiscriminada de la violencia que se ha desatado en la región. En medio de este caos, más de 250 personas fueron secuestradas, y actualmente quedan 101 rehenes que enfrentan condiciones inhumanas en los túneles de Gaza.


El sufrimiento de estos secuestrados y sus familias es un recordatorio constante de la urgencia de la situación. La lucha de Daniel e Itzik por la liberación de los rehenes no es solo un acto de reivindicación personal, sino un llamado colectivo a la comunidad internacional para que actúe. La desesperación por la liberación de estos inocentes no debe ser evaluada a través de la lente de la política, sino desde un imperativo humano.


La situación es crítica; los secuestrados están en riesgo inminente, y el tiempo se agota. Cada día que pasa sin una solución puede significar la pérdida de vidas. La comunidad internacional no puede permanecer impasible ante este sufrimiento. La responsabilidad de demandar la liberación de los rehenes recae en todos nosotros, y es un deber que no puede ser ignorado.


Mientras el eco de la violencia resuena en la región, también hay un espacio para la esperanza. La lucha por la justicia y la paz es un esfuerzo que debe ser sostenido y reforzado. Daniel e Itzik, como cada familiar de las víctimas y secuestrados, continúan levantando sus voces en un clamor que no puede ser silenciado. Su determinación debe ser un ejemplo para todos.


Es fundamental que la liberación de los rehenes se convierta en la prioridad principal del gobierno israelí y de la comunidad internacional. No basta con reconocer la tragedia en resoluciones de organizaciones como la ONU; es imperativo que se tomen acciones concretas y urgentes. La vida de los rehenes depende de ello.


La comunidad global tiene un reto por delante: la obligación ética de actuar, de exigir justicia y de trabajar incansablemente por la liberación de aquellos que han sido despojados de su libertad. Este desafío no solo es moral, sino que también es un reflejo de nuestro compromiso con la humanidad.


A medida que Daniel e Itzik continúan su lucha, su historia se convierte en un símbolo de resistencia y esperanza. A través de su dolor y su perseverancia, nos recuerdan que la búsqueda de justicia no es solo una tarea personal. Es un imperativo colectivo que nos convoca a todos a no cesar en nuestros esfuerzos hasta que cada persona secuestrada regrese a casa. En un mundo donde el terror parece ganar terreno, su voz debe ser un faro que nos guíe hacia un futuro en el que la paz y la dignidad prevalezcan sobre la violencia y el odio.

Ver todo Lo último en El mundo