Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La reciente decisión del presidente Donald Trump de imponer aranceles significativos a las importaciones de México, Canadá y China ha desatado una serie de reacciones tanto dentro como fuera de Estados Unidos. En un contexto donde la economía global ya enfrenta múltiples desafíos, la medida amenaza con abrir un nuevo frente en la guerra comercial, con potenciales repercusiones económicas que podrían extenderse a lo largo de Norteamérica. Trump, que se encontraba en su club de golf en Florida mientras se anunciaban estas medidas, firmó tres órdenes ejecutivas que establecen aranceles del 25% a las importaciones de México y Canadá, y del 10% a los productos chinos. Esta decisión se basa, según el presidente, en la necesidad de responder a lo que él considera amenazas a la seguridad nacional, como el tráfico de fentanilo y la inmigración irregular. La declaración de una emergencia nacional, que invoca la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA), permite a Trump ejercer un amplio control sobre las importaciones en tiempos de crisis. Las cifras detrás de esta decisión son alarmantes. Entre enero y noviembre de 2024, Estados Unidos importó bienes por valor de 466.600 millones de dólares de México, 337.200 millones de dólares de Canadá y 401.400 millones de dólares de China. Esta dependencia económica, particularmente en sectores como la automovilística y la energía, podría generar graves distorsiones en las cadenas de suministro estadounidenses, poniendo en riesgo la estabilidad de la economía nacional y la de sus socios comerciales. La respuesta de México y Canadá no se ha hecho esperar. Ambos países han amenazado con imponer aranceles de represalia, lo que podría desencadenar una guerra comercial en la región. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, han dejado claro que están preparados para responder a las medidas de Trump, lo que pone en riesgo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), un acuerdo que había sido diseñado para facilitar el comercio entre estos tres países. A medida que las tensiones aumentan, los analistas advierten sobre los posibles efectos inflacionarios que estos aranceles podrían provocar. La amenaza de precios más altos en bienes de consumo, desde alimentos hasta gasolina y automóviles, podría poner una carga adicional sobre las familias estadounidenses, especialmente en un momento en que la economía ya está lidiando con la inflación. Charles Schumer, líder de la minoría demócrata del Senado, ha criticado abiertamente la decisión de Trump, sugiriendo que en lugar de hacer que los precios suban, el presidente debería centrarse en formas de reducir el costo de vida para los estadounidenses. La historia detrás de estos aranceles no es nueva. Trump había amenazado con imponer tarifas a México y Canadá desde antes de asumir el cargo, y aunque los líderes de ambos países intentaron negociar y evitar estas sanciones, sus esfuerzos no han fructificado. Esta falta de materialización de acuerdos muestra la dificultad de las negociaciones en un entorno donde las amenazas de aranceles se convierten en la moneda de cambio en la política internacional. Por otro lado, el presidente estadounidense también ha indicado que tiene la intención de extender estas políticas a otros países, incluyendo la Unión Europea. En declaraciones recientes, Trump ha manifestado su intención de aplicar aranceles a productos europeos, argumentando que Estados Unidos ha sido tratado injustamente en el comercio con esta región. Esta postura refuerza la percepción de que la administración de Trump está dispuesta a adoptar una política comercial cada vez más agresiva, lo que podría intensificar las tensiones comerciales en todo el mundo. Con el panorama económico global aún recuperándose de los estragos de la pandemia y otros factores, la implementación de estos aranceles podría ser un catalizador de cambios que reformulen las relaciones comerciales entre Estados Unidos y sus principales socios. Las industrias afectadas, los consumidores y los gobiernos de otros países estarán observando de cerca cómo se desarrollan los acontecimientos en los próximos días y semanas. En última instancia, la decisión de Trump de abrir esta guerra de aranceles podría estar motivada por consideraciones políticas internas, ya que se dirige a su base electoral al prometer medidas drásticas contra la inmigración y las drogas. Sin embargo, las consecuencias económicas de estas políticas podrían ser profundas y duraderas, afectando no solo a los países directamente involucrados, sino también a la economía global en su conjunto. Los próximos meses serán decisivos para entender cómo se manejarán estas tensiones y si hay espacio para la diplomacia en un panorama comercial cada vez más fracturado.