Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
23andMe, la pionera en la investigación genética, ha visto un giro drástico en su fortuna desde sus días de gloria. Hace tres años, la empresa se encontraba en la cúspide, con un precio de acciones que rivalizaba con el de gigantes como Apple. Sin embargo, en la actualidad, enfrenta una crisis existencial que ha hecho que su valor se desplome un sorprendente 98%. Esta caída en picada no solo afecta a la compañía, sino que también plantea serias dudas sobre el futuro de los datos genéticos de millones de personas que han confiado en ella. La empresa, que alguna vez fue elogiada por ofrecer a los usuarios información reveladora sobre su ascendencia y salud, ahora se encuentra en la cuerda floja. Con sus acciones cotizando a menos de cinco dólares, las preocupaciones sobre su viabilidad han comenzado a intensificarse. La reciente especulación sobre su posible salida de la bolsa ha llevado a una atmósfera de incertidumbre, tanto para los inversores como para los clientes. La pregunta que muchos se hacen es: ¿Qué pasará con el ADN de millones de personas que 23andMe protege y almacena? En una defensa de su posición, 23andMe ha declarado que sigue comprometida con la privacidad y la protección de los datos de sus clientes. Sin embargo, el creciente escepticismo no puede ser ignorado. La compañía ha sido un epicentro de revelaciones impactantes para muchos usuarios, algunos de los cuales descubrieron conexiones familiares inesperadas o predisposiciones genéticas a enfermedades graves. Este nivel de intimidad con los datos personales hace que la preocupación por su seguridad sea aún más palpable. Los problemas de 23andMe se han atribuido a la falta de un modelo de negocio sostenible. A diferencia de otras empresas tecnológicas que logran mantener a sus usuarios activos, 23andMe ofrece un servicio que, una vez consumido, difícilmente genera nuevos ingresos. A esto se suma la tardanza en rentabilizar su base de datos de ADN para la investigación farmacéutica, un esfuerzo que requiere años para dar resultados concretos. La falta de innovación y diversificación ha dejado a la empresa vulnerable en un mercado competitivo. La situación de la compañía ha llevado a una agitación significativa en su liderazgo, lo que añade otro nivel de incertidumbre. Con la renuncia de su consejo de administración y la permanencia de solo una de sus cofundadoras, Anne Wojcicki, los rumores sobre una posible venta o privatización no han cesado. Mientras Wojcicki ha dejado claro su deseo de mantener la empresa en manos privadas, las especulaciones sobre su futuro continúan, alimentadas por la preocupación de los competidores y el público. Un aspecto inquietante de esta crisis es la confidencialidad en torno a los datos genéticos. La autora Carissa Veliz ha planteado serias dudas sobre el tema, indicando que cuando una persona envía su ADN a 23andMe, también está exponiendo la información genética de sus familiares, que no dieron su consentimiento. Esto plantea preguntas éticas y de privacidad que son difíciles de ignorar, especialmente en un momento en que la protección de datos es más crucial que nunca. David Stillwell, experto en ciencias sociales computacionales, ha agregado otra dimensión a esta discusión al señalar que, a diferencia de otros datos personales, los datos de ADN no pueden ser reemplazados. En caso de un ataque cibernético, la información sobre la cuenta bancaria de una persona puede ser restaurada, pero la pérdida de datos genéticos representa un riesgo irreversible. Esto ha llevado a muchos a cuestionar la seguridad de los datos que han depositado en manos de la empresa. Por su parte, 23andMe ha asegurado que cuenta con medidas de protección de datos en conformidad con la ley, afirmando que cualquier cambio en la propiedad futura de la empresa no afectará la privacidad de sus usuarios. Sin embargo, la reciente historia de hackeos a grandes corporaciones plantea un inquietante recordatorio de que ninguna empresa está completamente a salvo de ataques informáticos. Estas realidades han dejado a muchos consumidores nerviosos y escépticos respecto a la seguridad de su información personal. A medida que 23andMe navega por estas aguas turbulentas, los expertos sugieren la necesidad de un marco más robusto para proteger la información personal. Hasta que no se prohíba el comercio de datos personales, las preocupaciones sobre la privacidad seguirán siendo un tema candente. La situación de 23andMe pone de relieve la fragilidad de la confianza del consumidor en la era digital, donde la información más íntima puede estar en riesgo de ser mal utilizada o comprometida. En conclusión, el futuro de 23andMe no solo es una cuestión de supervivencia empresarial, sino que también es un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la industria de la genética en el ámbito de la privacidad y la ética. Con millones de datos en juego, la situación de la compañía ofrece una oportunidad crítica para repensar cómo manejamos y protegemos la información personal en un mundo cada vez más interconectado.