
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




En los últimos días, el ambiente económico en América del Norte ha comenzado a generar inquietud, con ciertos analistas y economistas sugiriendo que la región podría estar en la antesala de una nueva recesión. Esta preocupación se apoya en datos recientes y en un contexto global cada vez más complejo, donde las relaciones comerciales y las políticas económicas están en el centro de la discusión. Históricamente, Estados Unidos, Canadá y México han experimentado recesiones en periodos que, en ocasiones, han coincidido, lo que sugiere una interdependencia económica que no puede ser ignorada. De acuerdo con el Comité de Fechado de Ciclos Económicos del National Bureau of Economic Research (NBER) de EE. UU., la economía estadounidense ha enfrentado tres recesiones desde el año 2000. Cada una ha estado marcada por eventos significativos, desde el colapso de la burbuja tecnológica hasta la crisis financiera global y, más recientemente, la paralización causada por la pandemia del COVID-19. La situación en México presenta un patrón similar, con tres recesiones en el mismo periodo, y notablemente, dos de estas comenzaron antes que en su vecino del norte. Lo que resulta especialmente interesante es la sincronización de estas recesiones. La primera de México, que se inició en el año 2000, supuso el final del dominio del PRI y la llegada de un nuevo gobierno, lo que añade una capa política a la crisis económica. Asimismo, la recesión de 2019 coincide con un cambio de administración y se ve agravada por la llegada de la pandemia, resaltando cómo los ciclos económicos pueden estar interrelacionados con los cambios políticos. En el caso de Canadá, la situación es menos compleja, con dos recesiones en el siglo XXI, ambas vinculadas a crisis financieras que se originaron en Estados Unidos. Esto refuerza la idea de que las economías de América del Norte están entrelazadas, donde los problemas en una nación pueden rápidamente repercutir en las demás. La reciente escalada en la guerra arancelaria y la inestabilidad política en la región están comenzando a generar temores sobre el futuro económico. A medida que se observan indicadores económicos en Estados Unidos, la Reserva Federal de Atlanta ha lanzado advertencias significativas. Se espera que el PIB estadounidense pueda contraerse en el primer trimestre de 2025, con estimaciones que sugieren una caída de hasta un 2.4% en términos anualizados. Esta proyección, aunque podría estar sujeta a ajustes, ha encendido las alarmas sobre la posible aparición de una recesión en un país que hasta hace poco parecía mantener un crecimiento robusto. Por su parte, México ya está sintiendo los efectos de una desaceleración. Con un PIB que se contrajo un 0.6% en el último trimestre de 2024, y con proyecciones que sugieren una posible segunda contracción en el primer trimestre de 2025, el país se enfrenta a un panorama económico preocupante. Esto plantea la posibilidad de que México entre en recesión antes que sus socios comerciales, un fenómeno que se ha observado en el pasado. Canadá también ha comenzado a sentir la presión. Con una creciente preocupación sobre el impacto de la guerra arancelaria con Estados Unidos y un porcentaje significativo de canadienses que teme una recesión en 2025, la economía canadiense se encuentra en un punto de inflexión. La incertidumbre económica puede afectar de manera directa las decisiones de inversión y el consumo, lo que a su vez podría impactar el crecimiento del PIB. En este contexto, un reciente informe ha revelado que 70 de 74 economistas consultados en los tres países consideran que la probabilidad de una recesión ha aumentado. Esta unanimidad en el diagnóstico resalta la seriedad de la situación actual y pone de manifiesto la necesidad de que los gobiernos y las instituciones económicas tomen medidas preventivas para mitigar el impacto de una posible recesión. Sin embargo, a diferencia de recesiones pasadas que fueron impulsadas por crisis financieras o económicas específicas, la actual amenaza de recesión se asocia principalmente a la guerra arancelaria y a políticas económicas inciertas. Este factor introduce una nueva dinámica en la comprensión de las crisis económicas en la región, donde las decisiones políticas pueden tener repercusiones económicas inmediatas y profundas. A medida que avanzan los meses y se desarrollan los acontecimientos, la vigilancia sobre los indicadores económicos será crucial. Los acontecimientos en América del Norte podrían no solo determinar el rumbo económico de la región, sino también influir en la economía global, reflejando la interconexión que caracteriza al mundo contemporáneo. La historia económica reciente sugiere que, en tiempos de incertidumbre, las decisiones estratégicas y las relaciones comerciales se convierten en elementos clave para el futuro de cualquier nación.