Megatsunami en Groenlandia: un recordatorio alarmante del cambio climático

Megatsunami en Groenlandia: un recordatorio alarmante del cambio climático

En septiembre de 2023, una misteriosa señal sísmica global de nueve días de duración desconcertó a los sismólogos en todo el mundo. Ahora, un equipo internacional de investigadores ha conseguido averiguar qué fue exactamente lo que la produjo

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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En 2023, un evento natural sin precedentes sacudió la costa oriental de Groenlandia, generando un megatsunami que alcanzó alturas superiores a los 200 metros. Este fenómeno, que tuvo su origen en el colapso de un glaciar en el fiordo Dickson, no solo sorprendió a la comunidad científica, sino que también sirvió como un sombrío recordatorio de los efectos del cambio climático. El deslizamiento de tierra que dio origen a la ola devastadora fue desencadenado por el deshielo, un fenómeno que se ha acelerado en las últimas décadas debido al calentamiento global.


Lo que hace que este caso sea aún más fascinante es que el evento inicial, el colapso del pico de una montaña de 1,2 kilómetros de altura, no fue presenciado directamente. Sin embargo, las pruebas sísmicas revelaron la magnitud de lo que ocurrió: una ola que se desplazó a lo largo del estrecho y curvo fiordo, con un movimiento de vaivén que afectó la corteza terrestre durante nueve días. Este fenómeno ha sido descrito por el investigador Stephen Hicks del University College de Londres como un rompecabezas que requería un enfoque multidisciplinario para ser comprendido.


Utilizando modelos matemáticos, los científicos fueron capaces de predecir que la masa de agua generada por el deslizamiento de tierra se movía hacia adelante y hacia atrás cada 90 segundos. Este patrón de movimiento coincidió con los registros de ondas sísmicas observados en todo el mundo, revelando que la energía del tsunami no solo afectó a la región local, sino que provocó vibraciones que viajaron por el planeta. La señal sísmica, única en su tipo, fue capturada por sismómetros en diversas ubicaciones, desde el Ártico hasta la Antártida, lo que permitió a los investigadores identificarla como un "Objeto Sísmico no Identificado".


El evento ha puesto de manifiesto las interconexiones complejas entre diferentes esferas del planeta. Según Hicks, el estudio subraya cómo el cambio climático no solo impacta la atmósfera, sino que también afecta la criosfera, los cuerpos de agua y la litosfera de la Tierra. Este fenómeno es un claro ejemplo de cómo los efectos del calentamiento global están provocando cambios drásticos en nuestro entorno.


La colaboración internacional fue clave para resolver este enigma científico, involucrando a 68 investigadores de 40 instituciones en 15 países. Esta combinación de datos de campo y observaciones remotas permitió comprender la secuencia de eventos que llevaron a la vibración global de la Tierra. Las imágenes capturadas por el ejército danés, que inspeccionó la zona poco después del evento, ayudaron a vislumbrar las profundas cicatrices que dejó el tsunami en el paisaje.


El volumen de roca que colapsó en el fiordo fue asombroso: se estima que unos 25 millones de metros cúbicos de material se derrumbaron, suficiente para llenar 10,000 piscinas olímpicas. La magnitud del tsunami y su capacidad para causar daños catastróficos son recordatorios de la vulnerabilidad de las regiones que alguna vez se consideraron estables. Afortunadamente, en el momento del deslizamiento no había barcos turísticos en la cercanía, lo que evitó una tragedia aún mayor.


Este evento destaca la necesidad de monitorear áreas previamente consideradas seguras. Con el cambio climático acelerándose, el riesgo de deslizamientos de tierra masivos y tsunamis podría incrementar, lo que hace esencial establecer sistemas de alerta temprana y protocolos de prevención en regiones vulnerables. La investigación científica se convierte, por lo tanto, en una herramienta crucial para entender y mitigar estos riesgos.


A medida que la ciencia avanza, es vital que la sociedad se sensibilice sobre la realidad que presenta el cambio climático. Este tipo de eventos no son solo un fenómeno aislado; son parte de un patrón más amplio que revela la fragilidad de nuestro planeta. La combinación de la investigación y la divulgación puede ayudar a preparar a las comunidades y reducir el impacto de futuros desastres naturales.


En conclusión, el megatsunami del fiordo Dickson no solo es una lección sobre las fuerzas de la naturaleza, sino un llamado a la acción para abordar el cambio climático. La ciencia puede iluminar el camino hacia una mejor comprensión de nuestro entorno, pero también apela a nuestra responsabilidad colectiva de proteger el planeta para las futuras generaciones.

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