Abu Mohammed al-Jolani emerge como líder clave en el nuevo panorama sirio

Trece años después de que el presidente sirio Bashar al Assad reprimiera un movimiento democrático que dio origen a una de las guerras civiles más devastadoras de la historia reciente, el jefe rebelde Abu Mohammed al-Jolani ha emergido como una figura central en el nuevo panorama político sirio. Con la reciente declaración de los rebeldes de que Damasco está libre del “tirano”, la atención se ha centrado en Jolani, quien, tras años en la clandestinidad, ha comenzado a conceder entrevistas y a hacer apariciones públicas que han captado tanto el interés como la cautela de los sirios y de la comunidad internacional.

Desde el inicio de la nueva ofensiva el 27 de noviembre, Jolani ha manifestado su presencia en Alepo, una ciudad que ha sido testigo de intensos combates y que, por primera vez en años, ha caído de nuevo en manos rebeldes. Esta nueva fase de la guerra civil ha traído consigo un cambio de imagen de Jolani, quien ha dejado de lado los símbolos y vestimentas yihadistas a favor de un uniforme militar más convencional. Su reciente visita a la ciudadela de Alepo, donde interactuó con la multitud, ha generado una mezcla de esperanza y escepticismo entre los ciudadanos.

La figura de Jolani ha evolucionado desde su vinculación inicial con Al-Qaeda hasta su intento de distanciarse de la organización en 2016, buscando presentarse como un líder más moderado, aunque las naciones occidentales continúan considerando a Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que él lidera, como una entidad terrorista. Thomas Pierret, especialista en islam político, describe a Jolani como un "radical pragmático", destacando que, aunque ha moderado su retórica desde sus días más radicales en 2014, las dudas sobre su genuinidad persisten.

Nacido en 1982 en un barrio acomodado de Damasco, Jolani ha recorrido un largo camino desde sus inicios como un buen estudiante. Su historia, marcada por una atracción temprana hacia el yihadismo tras los atentados del 11 de septiembre, lo condujo a involucrarse en la lucha en Irak antes de regresar a Siria al estallar la revuelta contra el régimen de Assad. La fundación del Frente al-Nusra, rama siria de Al-Qaeda, fue un hito en su carrera, aunque su negativa a jurar lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi del Estado Islámico muestra un cálculo estratégico que ha caracterizado su trayectoria.

Desde su ruptura con Al-Qaeda, Jolani ha buscado reforzar su imagen como un líder con aspiraciones estatales. En 2017, consolidó su poder al fusionar diferentes grupos islamistas bajo HTS, controlando así vastas áreas de la provincia de Idlib. Sin embargo, este camino no ha estado exento de controversias, ya que su administración ha sido acusada de violaciones de derechos humanos y crímenes de guerra, lo que ha generado un ambiente de desconfianza entre la población local.

En un intento por suavizar su imagen y apaciguar temores, Jolani ha lanzado mensajes a la población, incluyéndo a la minoría cristiana en Alepo, asegurándoles que no sufrirán daño bajo su control. Este giro en su discurso parece ser parte de una estrategia más amplia para presentarse como un actor político responsable, en lugar de un extremista radical. Aron Lund, miembro del grupo de reflexión Century International, sostiene que esta táctica puede ser vista como una jugada política inteligente, destinada a minimizar el pánico tanto a nivel local como internacional.

En los territorios bajo su control, la HTS ha implementado una estructura administrativa que busca dar una apariencia de gobernanza, aunque las denuncias de represión y brutalidad contra disidentes son persistentes. Esto plantea la interrogante sobre la viabilidad de un liderazgo que, aunque intenta moderarse, proviene de un trasfondo de violencia y extremismo. El futuro de Siria sigue siendo incierto, y la figura de Jolani podría ser clave en el desarrollo de los acontecimientos.

Mientras tanto, la comunidad internacional observa con atención qué rumbo tomará este nuevo actor en la complejidad del conflicto sirio. La capacidad de Jolani para consolidar su poder sin caer en la violencia extrema, al tiempo que mantiene el apoyo de la población, será determinante en los próximos meses. La búsqueda de legitimidad por parte de Jolani, que ahora se presenta como un líder más civil y menos terrorista, podría ser una de las pocas esperanzas para un país desgarrado por años de guerra.

La transformación de Jolani desde un yihadista radical a un líder que busca estabilizar su región plantea preguntas sobre las dinámicas del conflicto sirio y las posibilidades de una resolución política. En un escenario en el que la lucha por el poder sigue intensificándose, la figura de Al Jolani se erige como un símbolo de las complejidades y contradicciones de la guerra en Siria, donde la política, la religión y la violencia se entrelazan de maneras impredecibles.