Alertan sobre creciente tensión entre OTAN y Rusia por posibles ataques militares

Alertan sobre creciente tensión entre OTAN y Rusia por posibles ataques militares

La Alianza Atlántica considera el fondo marítimo como "un nuevo entorno de confrontación", declaró el secretario adjunto del organismo.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política HACE 15 HORAS

La reciente declaración del secretario adjunto del Consejo de Seguridad ruso, Grigori Molchánov, ha encendido las alarmas sobre un posible aumento en las tensiones entre la OTAN y Rusia. Según Molchánov, los estados miembros de la Alianza Atlántica están considerando lanzar ataques dirigidos a la infraestructura portuaria de Rusia, lo que marca un escalón más en la escalofriante escalada de amenazas militares en la región.


El alto funcionario ruso ha advertido que la acumulación de fuerzas navales por parte de la OTAN representa un incremento en las fuentes de peligro y amenaza para la Federación Rusa. En su declaración, Molchánov subraya que las acciones bélicas en el entorno marítimo se han convertido en una nueva dimensión en la confrontación, añadiendo el mar a la lista de áreas de tensión que ya incluían la tierra, el aire, el espacio y el ciberespacio.


Esta percepción de amenaza no es nueva. Desde el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania, Moscú ha estado vigilante ante cualquier movimiento de la OTAN que podría interpretarse como un gesto hostil. Molchánov ha señalado específicamente que los países de la OTAN están considerando ataques a instalaciones críticas, como terminales petroleras y cruces ferroviarios que son vitales para el suministro de combustible, así como a puentes importantes.


El mar Negro ha sido un punto focal de preocupación, especialmente con el uso de lanchas de ataque no tripuladas por parte de las fuerzas armadas ucranianas. Este uso intensivo de tecnología militar no convencional ha llevado a Moscú a considerar que las amenazas a su seguridad militar están en aumento. Así, la coordinación de la OTAN y Ucrania en operaciones en esta región se ha convertido en un tema de discusión acalorada en los círculos de seguridad rusa.


Históricamente, la OTAN ha sido vista por Rusia como una organización hostil. En verano del año pasado, el asesor presidencial ruso, Nikolái Pátrushev, afirmó que Rusia había frustrado planes de la OTAN para establecer una base militar en el mar de Azov. Este incidente es solo una parte del rompecabezas de un conflicto más amplio que ha dejado a ambos lados en una constante búsqueda de ventaja estratégica.


La situación se complica aún más con el reciente naufragio del buque de carga ruso Ursa Major en el Mediterráneo, que la compañía propietaria ha calificado de ataque terrorista. Las acusaciones de implicación de la OTAN y Ucrania en este incidente han intensificado la retórica bélica, provocando una respuesta de las autoridades rusas que ven en estos actos una confirmación de sus temores sobre la agresividad de la Alianza.


El Consejo de Seguridad ruso se ha apresurado a considerar estas afirmaciones como parte de una guerra informativa destinada a desestabilizar la región y justificar una mayor intervención militar. En este contexto, el Kremlin está reforzando su postura y preparación militar en respuesta a lo que percibe como una amenaza inminente.


Mientras tanto, la comunidad internacional observa con cautela. Las implicaciones de un conflicto abierto entre la OTAN y Rusia podrían ser devastadoras, no solo para las partes directamente involucradas, sino también para la estabilidad global. Con el telón de fondo de la guerra en Ucrania, cualquier escalada en el mar podría llevar a un conflicto mucho más amplio.


En este panorama volátil, la diplomacia se presenta como la única opción viable para evitar que la situación se agrave. Sin embargo, las acciones y palabras de ambos lados sugieren que la desconfianza y el miedo predominan en la agenda, complicando cualquier intento de diálogo.


La comunidad internacional se enfrenta a un dilema: ¿cómo responder a las amenazas de escalada sin provocar una reacción aún más agresiva por parte de Moscú? La respuesta a esta pregunta podría determinar el futuro de las relaciones entre Oriente y Occidente en un momento en que la paz parece más frágil que nunca.

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