Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Treinta pescadores artesanales de la región de Tumbes han resurgido de una situación crítica tras ser rescatados después de estar varados en el mar por dos días, en medio de un fenómeno de oleaje anómalo que ha azotado la costa norte del país. La intervención fue realizada por la Marina de Guerra del Perú, que actuó rápidamente ante el llamado de auxilio de la comunidad pesquera que se encontraba en peligro. Las condiciones adversas del mar, que han sido exacerbadas por fenómenos climáticos que afectan la región, dejaron a estos pescadores en una situación de desesperación. Fidel Vite, dirigente de los pescadores de la playa Acapulco, expresó su angustia y preocupación por el futuro de las familias que dependen de la pesca para sobrevivir. "Que nos apoyen. Nosotros nos dedicamos a la pesca. No tenemos otro ingreso. Ahora, ¿de qué vamos a vivir?", manifestó Vite ante la prensa. La crisis no solo se limita al sustento diario de estas familias. Con el cierre de 91 puertos a lo largo del litoral norte y centro del país, anunciado por el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), la situación se torna aún más complicada. Los puertos cerrados incluyen lugares estratégicos como Zorritos, Punta Sal y El Ñuro, lo que limita drásticamente las posibilidades de los pescadores para salir a la mar y reponer sus recursos. Los daños materiales son significativos, con la destrucción reportada de al menos 30 embarcaciones artesanales, lo que agrava la situación de aquellos que ya enfrentan la adversidad del cierre de puertos. La pérdida de estas embarcaciones no solo representa una pérdida económica, sino también emocional, ya que muchos pescadores tienen un vínculo profundo con sus herramientas de trabajo. A pesar del riesgo que implica permanecer en el mar en estas condiciones, algunos pescadores han optado por pernoctar mar adentro. Esta decisión, aunque peligrosa, refleja la determinación de proteger lo poco que les queda y asegurar que sus herramientas no caigan en manos ajenas o se deterioren aún más debido a las inclemencias del tiempo. El impacto del oleaje anómalo no solo se siente en la comunidad pesquera, sino también en la economía local. La pesca es una de las principales fuentes de ingresos en Tumbes, y con la actividad detenida, muchas familias se enfrentan a una crisis económica que podría extenderse por semanas o incluso meses. El temor por el futuro inmediato se cierne sobre la comunidad, ya que los costos de vida continúan aumentando. El gobierno y las autoridades locales se enfrentan a un desafío mayúsculo. Se espera que se implementen medidas de apoyo para las familias afectadas. Sin embargo, muchas voces en la comunidad piden una respuesta más rápida y efectiva, argumentando que la situación requiere atención inmediata para evitar un colapso económico y social. Mientras tanto, los pescadores afectados hacen un llamado a la solidaridad. La situación pone de manifiesto la fragilidad de las comunidades costeras ante fenómenos naturales y destaca la necesidad de desarrollar estrategias que fortalezcan la resiliencia de estos grupos frente a futuras adversidades. Es crucial que tanto el estado como la sociedad civil se unan para brindar apoyo a estas familias. No solo se trata de rescatar a los pescadores varados o cerrar puertos, sino de asegurar que una comunidad entera no se hunda en la desesperanza. La historia de Tumbes es un recordatorio de la vulnerabilidad de las comunidades pesqueras y de la importancia de actuar con rapidez y efectividad ante emergencias como estas.