Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un evento geológico significativo ocurrido la noche del domingo, la Isla Grande de Hawái experimentó un enjambre de terremotos, subrayando la actividad sísmica continua en la región que ha persistido desde 2019. El Servicio Geológico de EE. UU. (USGS) informó de un terremoto de magnitud 4.3 que ocurrió poco después de las 11 p.m. hora local, ubicado aproximadamente a una milla al oeste-suroeste de Pahala. Afortunadamente, no se reportaron heridos ni daños estructurales tras el temblor. El terremoto inicial fue seguido por una serie de réplicas, incluyendo un sismo de magnitud 3.7 que se produjo apenas 15 minutos después. Estos eventos sísmicos son un recordatorio de la naturaleza dinámica del paisaje hawaiano, especialmente porque coinciden con las erupciones en curso en el volcán Kilauea, situado a aproximadamente 26 millas al norte de Pahala. A pesar de la intensidad de los temblores, el USGS indicó que no han tenido efectos adversos en Kilauea o en Mauna Loa, el volcán activo más grande del mundo. El terremoto inicial se registró a una profundidad de alrededor de 19 millas, y sus efectos se sintieron tan lejos como en Oahu, demostrando el impacto de gran alcance de la actividad sísmica en la región. Con la posibilidad de más réplicas en los próximos días y semanas, tanto residentes como visitantes se mantienen en alerta. Esta reciente actividad sísmica es reminiscent de un terremoto de tamaño similar que sacudió Pahala el noviembre pasado. La región ha visto actividad sísmica profunda desde 2019, lo que ha generado preocupaciones e interés entre científicos y residentes locales. Además de los terremotos, Kilauea ha continuado sus erupciones intermitentes desde el 23 de diciembre. El Observatorio de Volcanes de Hawái ha reportado que la intensidad de estas erupciones ha aumentado recientemente, particularmente en forma de fuentes de lava, que previamente se habían debilitado en los días posteriores a la erupción inicial. Las observaciones realizadas a través de las cámaras web del USGS confirman que las erupciones actuales están confinadas al cráter del volcán, minimizando los riesgos inmediatos para las áreas circundantes. Sin embargo, el Parque Nacional de los Volcanes de Hawái ha emitido advertencias sobre los peligrosos gases volcánicos liberados durante estas erupciones. Una mezcla de azufre y dióxido de carbono, comúnmente conocida como "vog", puede ser transportada por corrientes de viento, afectando la calidad del aire en comunidades incluso aquellas que no están en estrecha proximidad a Kilauea. Esto resalta la importancia de mantenerse informado y preparado, especialmente para los residentes que viven a favor del viento del volcán. Esta última erupción marca la sexta dentro de la caldera de Kilauea desde 2020, con cada evento variando en duración, que va desde una semana hasta más de un año. A medida que Hawái enfrenta estos fenómenos naturales, la resiliencia de sus residentes y la investigación continua por parte de los científicos siguen desempeñando roles críticos en la comprensión y respuesta a los desafíos que implica vivir en una región geológicamente activa.