
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ha decidido mantener los tipos de interés en un rango entre el 4,25% y el 4,5%, lo que marca la segunda pausa de este año en su camino hacia una posible desescalada del precio del dinero. Esta decisión se da en un contexto de creciente incertidumbre, impulsada en gran parte por la guerra comercial que surgió tras la llegada de Donald Trump a la presidencia y sus controvertidas políticas fiscales. La Fed ya había advertido que sería prudente esperar antes de realizar cambios significativos en su política monetaria, un mensaje que continúa resonando entre los mercados. El presidente de la Fed, Jerome Powell, ha reafirmado la postura cautelosa del organismo, señalando que "no tenemos prisa". Esta declaración resuena con la presión constante que ha ejercido la administración Trump para que la Fed acelere la relajación de la política monetaria. Sin embargo, los gobernadores han mantenido su firmeza, considerando que es mejor avanzar con precaución en lugar de apresurarse, lo que podría llevar a consecuencias no deseadas. Las últimas proyecciones trimestrales revelan un panorama más sombrío para la economía estadounidense. La Fed ha revisado al alza sus expectativas de inflación, anticipando que esta podría permanecer por encima del 2,8% a finales de 2024, incluso con posibilidades de alcanzar el 3%. Esta revisión contrasta con las proyecciones anteriores, que esperaban un índice de precios al consumidor (IPC) por debajo del 2,6% para el mismo periodo. Este cambio en las expectativas genera preocupación, ya que un aumento sostenido de la inflación podría complicar aún más la situación económica. Además, las previsiones del Producto Interno Bruto (PIB) han sido ajustadas a la baja. Ahora se espera un crecimiento del PIB de entre el 1,6% y el 1,9% para este año, en comparación con las proyecciones anteriores de entre el 2% y el 2,3%. Aunque el país no está en recesión, estos números indican que la economía estadounidense podría estar enfrentando un enfriamiento que podría afectar el empleo y el consumo. A pesar de estos desafíos, la Reserva Federal sigue comprometida con su hoja de ruta hacia 2025, donde se anticipan dos recortes adicionales de tipos, aunque la cantidad de miembros del comité que considera que solo habrá un recorte o ninguno ha aumentado. La incertidumbre que rodea a la política monetaria es palpable, con muchos economistas sugiriendo que la Fed opta por "mantener sus opciones abiertas", esperando más información antes de tomar decisiones definitivas. La situación actual plantea una encrucijada complicada para la Fed. Por un lado, la guerra comercial podría aumentar la inflación, desaconsejando la reducción de tipos de interés a corto plazo. Al mismo tiempo, los aranceles impuestos podrían ralentizar la actividad económica en Estados Unidos, lo que, en un escenario extremo, podría llevar al país a una recesión y obligar a la Fed a ajustar su política más rápidamente. Este dilema ha llevado a los analistas a advertir sobre la posibilidad de enfrentar una situación de inflación alta y desempleo creciente simultáneamente. La dificultad de interpretar los datos macroeconómicos actuales es evidente. Aunque se anticipa una caída pronunciada del PIB en el primer trimestre, la inflación ha bajado hasta el 2,8% en febrero, después de varios meses de incremento. El desempleo se mantiene en un 4,1%, similar a los niveles anteriores a las elecciones de Trump, pero la creación de nuevos puestos de trabajo ha comenzado a ralentizarse, una señal preocupante para la salud del mercado laboral. En paralelo, el clima de incertidumbre ha afectado la confianza de los consumidores, que ha caído drásticamente en las últimas semanas, mientras que la volatilidad en los mercados financieros ha aumentado. Los índices bursátiles han sufrido correcciones significativas, borrando en cuestión de semanas las ganancias obtenidas tras la victoria electoral de Trump. Este ambiente de inestabilidad podría alimentar aún más la desconfianza entre los inversores y los consumidores, complicando el panorama económico. El futuro inmediato de la economía estadounidense parece estar marcado por una serie de desafíos interrelacionados, donde la Fed deberá navegar con cautela para evitar caer en una trampa de estanflación, un fenómeno donde la inflación y el desempleo coexisten, dificultando la formulación de políticas efectivas. En este contexto, la Fed se enfrenta a la ardua tarea de encontrar un equilibrio entre estimular el crecimiento y contener la inflación, una situación crítica que tendrá repercusiones no solo en Estados Unidos, sino en la economía global.