
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




La situación actual del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, es un reflejo de la creciente fragilidad institucional que se manifiesta en Madrid, especialmente en lo que respecta a las cuestiones de defensa. Con un telón de fondo que incluye la renovada agresión rusa y la política aislacionista de Estados Unidos, España se enfrenta a un panorama de inseguridad que podría tener repercusiones serias en su papel dentro de Europa y la OTAN. La falta de una mayoría parlamentaria sólida y la incapacidad de formar alianzas efectivas en un contexto de amenazas globales están comenzando a inquietar a los socios europeos. La historia nos recuerda que en tiempos de crisis, como durante la Segunda Guerra Mundial, los líderes deben ser capaces de formar coaliciones, incluso con aquellos que consideran sus adversarios. Winston Churchill, por ejemplo, no dudó en aliarse con Stalin para hacer frente a Hitler. En la política actual, sin embargo, Sánchez parece rehuir la posibilidad de una colaboración con el Partido Popular, su principal oposición. La falta de un enfoque pragmático en la búsqueda de aliados puede resultar perjudicial en un momento en el que se requiere un esfuerzo conjunto para fortalecer la defensa nacional. La situación se complica aún más cuando se considera el contexto de un aumento de las tensiones en Europa y la necesidad de que España cumpla con sus compromisos de gasto militar. A pesar de que el Gobierno de Sánchez ha expresado la intención de aumentar la inversión en defensa, la desconfianza que genera su falta de diálogo con la oposición puede poner en riesgo los apoyos necesarios para llevar a cabo estos planes. En Bruselas, la preocupación por la estabilidad de la política española está creciendo, y es probable que la fragmentación interna sea vista como una debilidad en el ámbito internacional. La falta de liderazgo claro y decisivo en Madrid podría convertir a España en un flanco vulnerable frente a un adversario que busca explotar cualquier debilidad. La guerra híbrida, que combina tácticas convencionales y no convencionales, exige que los países mantengan una postura unificada y cohesiva. Sin embargo, al negarse a colaborar con el PP, Sánchez se está colocando en una posición precaria que podría tener consecuencias desastrosas. Las decisiones que tome el presidente en los próximos meses serán cruciales. La crisis en Ucrania ha demostrado que la política de defensa no puede ser ignorada, y que los países deben prepararse para responder de manera efectiva a las amenazas emergentes. La negativa de Sánchez a buscar el consenso con la oposición podría ser vista como una falta de responsabilidad, sobre todo cuando se trata de garantizar la seguridad nacional. Además, la creciente desidia en Madrid puede tener repercusiones en la percepción que tienen los aliados de España en el ámbito internacional. Al no presentar unos Presupuestos Generales que fortalezcan la inversión en defensa, el Gobierno de Sánchez podría dar la impresión de que España no está dispuesta a asumir su parte de responsabilidad en la seguridad colectiva de Europa. Esta percepción podría resultar en un debilitamiento de la posición de España dentro de la UE y la OTAN, justo en un momento en que la cooperación y la solidaridad son más necesarias que nunca. La historia nos enseña que las alianzas son fundamentales en tiempos de crisis. Sin embargo, la obstinación de Sánchez en mantener una postura de confrontación con la derecha puede estar costándole no solo apoyos en el Congreso, sino también la confianza de sus socios internacionales. La política exterior y la defensa no son campos que puedan ser abordados con una mentalidad sectaria; requieren un esfuerzo conjunto que trascienda las fronteras partidarias. La soledad política que enfrenta Sánchez podría tener graves repercusiones para la capacidad de España de responder a los desafíos contemporáneos. En un mundo donde las amenazas son cada vez más complejas e interconectadas, la fragmentación interna y la incapacidad para formar coaliciones efectivas podrían resultar en consecuencias devastadoras. La historia de Europa está llena de lecciones sobre la importancia de la unidad en tiempos de crisis, y parece que el presidente español está optando por ignorar esas enseñanzas. Finalmente, la urgencia de la situación exige que Sánchez reevalúe su enfoque. La política de defensa no puede ser tratada como un juego partidista; es un asunto de vital importancia para la seguridad de todos los ciudadanos españoles. La colaboración y el diálogo deben prevalecer sobre las disputas políticas, y es hora de que el presidente reconozca que, al final, todos debemos estar en el mismo lado cuando se trata de proteger nuestro país y nuestros valores. En este momento crítico, la soledad de Sánchez podría ser su mayor debilidad.