
Juan Brignardello Vela
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A medida que el carrusel de entrenadores de baloncesto universitario femenino gira a toda velocidad, la anticipación y la especulación abundan sobre los posibles candidatos para varias vacantes de alto perfil en todo el país. El reciente aumento de vacantes de entrenadores, específicamente dentro de las conferencias de poder, ha generado emoción y debate entre los conocedores del baloncesto. Con el impacto inminente de la distribución de ingresos y los incentivos financieros de la NCAA, los programas están reevaluando sus inversiones en el baloncesto femenino, lo que hace que este ciclo de entrenadores sea particularmente crucial. Los Missouri Tigers están en el centro de las discusiones, buscando revitalizar su programa después de años de estancamiento en la altamente competitiva Southeastern Conference (SEC). Los Tigers no han avanzado más allá del primer fin de semana del Torneo de la NCAA desde 2001, una estadística que subraya la urgencia del cambio. La entrenadora Robin Pingeton, que ha dirigido el programa desde 2010, experimentó un breve auge de éxito a finales de la década de 2010, pero ha visto rendimientos decrecientes en las últimas temporadas. Con esta vacante considerada una de las perspectivas más atractivas disponibles, se espera que Mizzou lance una amplia red en su búsqueda de un nuevo entrenador principal. Entre los candidatos notables, Jeff Mittie de Kansas State ha emergido como un objetivo significativo. Nativo de Missouri y con profundas conexiones en la región, Mittie ha tenido éxito en KSU desde 2014 y cuenta con familiaridad con antiguos rivales de Big 12 que ahora están en la SEC. Aunque Mittie firmó una extensión de contrato de cinco años el año pasado, los informes sugieren que Missouri está preparado para hacer una oferta financiera competitiva para atraerlo de vuelta a casa. Otro nombre que genera interés es el de Molly Miller de Grand Canyon, también nativa de Missouri. Miller ha demostrado éxito a nivel medio y podría ser una opción más asequible para los Tigers. Su rápido ascenso en el coaching se asemeja al de Kim Caldwell de Tennessee, quien hizo la transición de la División II a una conferencia de poder con resultados impresionantes. Además, se rumorea que la exentrenadora de Tennessee, Kellie Harper, es una candidata, a pesar de que actualmente se desempeña como analista para el SEC Network. La capacidad de coaching de Harper y su experiencia en la SEC podrían hacerla una candidata ideal si decide regresar a las canchas. Beth Cunningham de Missouri State, otra exentrenadora con una rica experiencia, también está en la mezcla. Mientras tanto, la vacante de entrenador en Wisconsin refleja una tendencia similar, ya que los Badgers buscan elevar su programa dentro de la Big Ten. Parecen dispuestos a buscar un entrenador exitoso de una conferencia media, con candidatos como Aaron Roussell de Richmond y Carly Thibault-DuDonis de Fairfield destacándose por sus logros y familiaridad con el paisaje del Torneo de la NCAA. Los Badgers esperan replicar la fórmula exitosa que anteriormente les trajo éxito bajo la dirección de la exentrenadora Bobbie Kelsey. En todo el país, la búsqueda de Auburn se ha centrado en el deseo de contar con una entrenadora mujer, siendo Sam Purcell de Mississippi State un candidato destacado debido a su experiencia en la SEC. Sin embargo, Auburn también podría mirar hacia entrenadores de conferencias medias como Miller o la exasistente Harper, ambos de los cuales podrían ofrecer nuevas perspectivas e invigorizar el programa. En BYU, la búsqueda de entrenador se complica por la inminente jubilación del director atlético Tom Holmoe, lo que podría crear desafíos para una nueva contratación. A pesar de la limitada cantidad de candidatos que se ajustan a las preferencias históricas del programa, opciones potenciales como el asistente de BYU, Lee Cummard, y Morgan Bailey de Utah podrían encontrar su lugar en la contienda. A medida que las escuelas navegan por sus búsquedas de entrenadores, la urgencia por contratar al candidato adecuado es palpable. Las apuestas financieras en el baloncesto femenino están destinadas a aumentar, con la distribución de ingresos que se espera impulse los presupuestos de los programas y eleve la competencia. Esta dinámica sin duda influirá en la selección de candidatos, ya que los programas buscan asegurar entrenadores que puedan maximizar su potencial y fomentar un crecimiento sostenible. En conclusión, el carrusel de entrenadores de baloncesto universitario femenino está en plena marcha, con oportunidades significativas para los programas que buscan elevar su estatus. A medida que candidatos como Mittie, Miller y Harper entran en foco, las decisiones que se tomen en las próximas semanas darán forma no solo al futuro de estos programas, sino también a la trayectoria del baloncesto femenino en el paisaje de la NCAA durante los próximos años.