
Juan Brignardello Vela
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La reciente eliminación del Inter de Miami a manos del Paris Saint-Germain en el Mundial de Clubes ha dejado un vacío significativo en el torneo y, por extensión, en la FIFA. La figura de Lionel Messi, considerado el mayor reclamo individual, ya no estará presente para atraer la atención de los aficionados en Estados Unidos. El impacto de su ausencia es innegable, dado que otros jugadores de renombre como Kylian Mbappé, Vinicius Junior o Harry Kane no cuentan con el mismo atractivo que el astro argentino, especialmente en un país donde Messi ha logrado conectar con diversas comunidades.
Desde que se anunció la inclusión del Inter de Miami en el torneo, la decisión generó controversia. Elegir al equipo de Messi sobre otros clubes estadounidenses con más tradición y logros en el deporte ha sido objeto de debate. La FIFA justificó su elección al citar que el Inter había ganado el Supporter’s Shield, un premio que reconoce al mejor equipo en la temporada regular de la MLS. Sin embargo, la polémica persiste, especialmente considerando que otros clubes, como Columbus Crew, también habían cosechado méritos en la liga.
La situación se complicó aún más cuando Gianni Infantino, presidente de la FIFA, se mostró entusiasta al anunciar la participación del Inter de Miami. A pesar de la controversia, la decisión fue recibida con entusiasmo por la hinchada local, que vio en Messi la oportunidad de vibrar con el fútbol de clase mundial en su propia casa. La historia del Inter de Miami, en cierta medida, se entrelaza con la figura de Messi, quien ha sido el hilo conductor de la narrativa del fútbol en la región.
El Mundial de Clubes, que se celebra en Estados Unidos por primera vez, tenía en Messi a su principal atractivo. Las cifras de asistencia al estadio, así como el impacto mediático, habrían sido diferentes si el ícono argentino hubiese continuado compitiendo. Su habilidad para llenar estadios y atraer seguidores es indiscutible, y su participación se consideraba fundamental para consolidar el éxito del torneo.
La FIFA ha admitido que el efecto Messi ha sido clave en la promoción del evento, aunque no han cuantificado su impacto económico de manera concreta. Con el Inter de Miami avanzando a los octavos de final, Infantino respiró aliviado, sabiendo que la presencia de Messi en el torneo había atraído la atención de patrocinadores y medios de comunicación. La imagen del argentino marcando un gol de falta memorable se convirtió en un punto focal para la FIFA, que esperaba que el torneo fuese un éxito rotundo.
Sin embargo, la realidad del mundo del fútbol ha cambiado, y Messi se encontró lidiando con una dura realidad tras la derrota ante el PSG. A pesar de ser considerado uno de los mejores de la historia, el peso de la derrota fue evidente. La diferencia de nivel entre el Inter de Miami y el actual campeón de Europa se hizo patente, y Messi no dudó en reconocerlo. En una declaración post-partido, habló de la superioridad del PSG, dejando claro que la calidad del equipo rival era un factor determinante en el resultado.
El contraste entre la situación actual de Messi y sus años de gloria en el FC Barcelona es notable. En 2014, el argentino disfrutaba de un estatus casi inalcanzable, mientras que ahora enfrenta una realidad en la que su equipo no ha logrado igualar la élite del fútbol mundial. La presión, las expectativas y el anhelo de revivir la grandeza pasada son sentimientos que todavía persisten, pero que parecen cada vez más lejanos.
Con el Mundial de Clubes en marcha y sin Messi, la FIFA deberá replantear su estrategia de marketing y promoción. La inclusión de otros jugadores estelares será fundamental, pero la sombra del argentino es alargada, y su ausencia se sentirá en cada rincón del torneo. El desafío ahora es atraer a los aficionados sin la figura que, durante años, ha representado la esencia del juego.
Atlanta, con su rica historia en la música y la cultura, se convirtió en el escenario de una despedida anticipada para Messi en el Mundial de Clubes. A pesar de que la ciudad ofrece un ambiente vibrante y diverso, la realidad futbolística es implacable. Messi vivió la amarga experiencia de ser parte de un equipo que no pudo competir a la altura, un recordatorio de que incluso los más grandes pueden enfrentar retos ineludibles.
La figura de Messi trasciende las fronteras futbolísticas y culturales, pero su despedida del Mundial de Clubes marca el inicio de una nueva era, tanto para él como para la competición. Mientras el fútbol evoluciona, la FIFA deberá encontrar nuevos íconos que enamoren a la afición y lleven el espectáculo a nuevas alturas, en un mundo donde el deporte y el espectáculo están más interconectados que nunca.
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